En términos totales y proporcionales los pobres son los que más se abstienen de votar. Los pobres son mayoría y como tales poseen la mayor cantidad de votos.
Los partidos políticos, sobre todo los progresistas, tienen muchas responsabilidades en las posturas ambivalentes, complicidad o indiferencias de muchos pobres en sus decisiones políticas, debido a que quieren actuar en el ejercicio de la política como lo hacen los partidos conservadores, en lugar de tener posturas y acciones claramente diferenciadoras.
Son muchos los pobres que carecen de los documentos de votación…y también son los que más los extravían y hasta los pierden, demostrando con esto la falta de conciencia para el cambio necesario con fines de mejorar sus precarias condiciones de vida.
Cuando los pobres adoptan posturas conformistas de que gane quien gane su situación permanecerá o empeorará, que todos son iguales o que no merecen que se sacrifiquen para ir a ejercer el sufragio, es normal la abstención, con un promedio del 27-32% en cada período electoral.
Los pobres también se abstienen por razones laborables, migratorios, financieros, expectativas, perspectivas gubernamentales, problemas partidarios, etc.
Otro factor que influye en la poca determinación de un sector de la clase baja en los resultados electorales, son los votos nulos y observados: los nulos por desconocimientos electorales, problemas visuales y educativos, por desinformaciones, indecisiones y otras.
El colmo de la desidia e inversión de valores de muchos pobres consiste en la venta de sus documentos de votación, de sus votos y hasta de sus abstenciones, lo cual hacen conscientes de que con eso benefician a sus peores enemigos, pero lo hacen por degeneración social y personal: sus perversos verdugos les cambian algo de un día por lo que merecen por un período de varios años de gobierno: quien cambia la comida de cuatro años por la de un día no merece nada más.
Conquistar el corazón de los pobres es posible, pero mantenerlo requiere mucha coherencia, identificación, lealtad y acción.
El voto de los pobres no se conquista solo con consignas, propaganda y publicidad, los cuales inciden de manera coyuntural en un pequeño número de ellos: hay que obtenerlo con planificación, organización, planes, estrategias y proyectos permanentes, no improvisadas ni momentáneas.
El factor religioso y tradicional tiene mucha incidencia en el pensamiento y acción de los pobres.
A pesar de ser los que sufren las mayores discriminaciones, desigualdades e injusticias, son los pobres quienes tienen menos conciencia social y de clase y los que con más facilidad votan por sus verdugos.
La formación política debe asegurar la participación democrática de TODOS los miembros en conformación de las estructuras dirigenciales y de los candidatos electivos, creando identidad partidaria al aplicar métodos que garanticen ascenso por la vía institucional, al realizarse evaluación del desempeño y reconocimiento del mérito partidario, con hojas de servicios dignos, pulcros, leales, honestos y efectivos.
Las estructuras, formación y participación política son fundamentales para el voto de la clase baja.
Un partido bien organizado, disciplinado, solidario, abierto, flexible, cercano y con prácticas y políticas populares y democráticas es el que más se identifica con los pobres.
Dentro y fuera, antes, durante y después de las elecciones, los partidos que auguran cambios deben darle prioridad, preeminencia a la educación de sus miembros, haciendo hincapié en la formación y operatividad políticas.
Esa formación política debe ser constante, consistente, integral y con una práctica que mejore y amplíe los conocimientos.
Los pobres son los que más diversifican, dispersan, dividen sus votos y preferencias, pero cuando se empoderan votan unificados y como un trueno imponen los cambios que le han negado por años y se cobran con creces la ignorancia a la que los han sometido sus verdugos.
Decía Abraham Lincoln que "Usted puede engañar a todo el pueblo una parte del tiempo, a una parte del pueblo todo el tiempo, pero nunca podrá engeñar a todo el pueblo todo el tiempo", por lo cual los pueblos despiertan tarde o temprano y se levantan con vigor y energía.
Cuando los pobres despiertan se levantar con la fuerza de un dínamo e imponen los cambios, quieran o no sus verdugos.
Cuando los pobres toman conciencia de clase son decisivos en cada etapa del proceso electoral, se convierten en murallas infranqueables de firmeza, moral, productividad política y resultados de cambios contundentes.