Columnistas

Golpe parlamentario en Brasil, ¿y el voto popular?

Brasil

Tras ser consumada la primera fase del golpe de Estado Parlamentario en Brasil, una pregunta determinante: ¿para qué sirve el voto del pueblo en las urnas?

La fragilidad democrática y el debilitamiento institucional siguen marcando el diario vivir en Latinoamérica, que enfrenta un ciclo histórico entre gobiernos derechistas y de izquierdas.

Los 54 millones de brasileros que votaron en las urnas a favor de Dilma Rousseff no cuentan para nada porque fueron sepultados por una mayoría parlamentaria empecinada en un supuesto juicio político aduciendo acciones de corrupción.

Ahora sin obtener un solo voto en las urnas y bajo la protección de 55 parlamentarios, Michel Temer asume el poder en Brasil, en medio de protestas que amenazan con desestabilizar a la sexta economía mundial.

Estamos ante un nuevo estilo golpista en América Latina, donde la imagen del fusil y las botas del soldado es reemplazada por maratónicos discursos de farsantes legisladores que supuestamente representan al pueblo.

Precisamente, aquellos que sí se benefician del poder en nuestros países están destruyendo progresivamente el sistema de partidos en la región y de paso debilitando aún más el modelo democrático.

Rousseff fue suspendida de sus funciones por 180 días luego de que el Senado Federal de Brasil decidiera abrir el cuestionamiento político contra la mandataria por corrupción administrativa.

La medida fue adoptada por 55 senadores que respaldaron el inicio del juicio a la primera mujer que gobierna en Brasil. Un total de 22 legisladores votaron en contra y cuatro se ausentaron.

Una maratónica sesión parlamentaria que se prolongó por más de 20 horas acordó elegir al vicepresidente Michel Temer para conducir los destinos de Brasil, mientras se desarrolle el proceso que podría dejar fuera del poder a Dilma Rousseff.

¿Qué podría pasar en Brasil?

Si finalmente, la presidenta que escogieron libremente 54 millones de brasileños en las urnas es sacada definitivamente del poder, la desestabilización e inseguridad podrían adueñarse de las calles y avenidas del gigante suramericano.

Hace varios días grupos de la sociedad civil y del movimiento sin tierra vienen protagonizando encendidas protestas en las principales ciudades brasileñas, especialmente en Brasilia, Sao Paulo y Rio de Janeiro.

El Partido de los Trabajadores (PT) que lideran el ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva y Dilma Rousseff ha advertido que defenderá en las calles la permanencia de la democracia.

Esos sectores acusan a la oligarquía de Brasil y a medios de comunicación de ese país de propiciar el golpe parlamentario contra la mandataria.

Previo a salir del Palacio Do Planalto, sede del gobierno brasileño, la presidenta Dilma Rousseff calificó el juicio en su contra como “un golpe de Estado y una farsa política y jurídica” e instó al pueblo a luchar pacíficamente por el retorno del orden democrático.

La corrupción en Brasil como en la mayoría de los países de América Latina, es un cáncer que corroe las instituciones y el orden jurídico-administrativo de las principales estructuras gubernamentales.

El propio presidente de la Cámara Alta, Renan Calheiros, uno de los protagonistas del impulso al juicio político contra la presidenta, tiene una decena de causas en los tribunales.

Incluso una gran parte de los legisladores brasileños que promovieron la suspensión de la mandataria están acusados de enriquecimientos ilícitos.

Es un cuadro vergonzoso de la realidad política latinoamericana, que en los últimos treinta años ha venido transitando entre gobiernos derechistas y liberales.

¿Habrá gobernabilidad en Brasil tras la consumación del golpe parlamentario? Muy difícil le será a Michel Temer poder lograr armonizar la actual coyuntura política brasileira.

Se trata de un político poco conocido en Brasil que sale del rico estado de Sao Paulo con el apoyo de los empresarios y sectores conservadores. El gran dolor de cabeza que le espera podría estar en los sindicatos de trabajadores y sectores marginales que ya anticipan que estarán en movilizaciones permanentes para que la presidenta Dilma Rousseff complete su mandato hasta el 2018.

Rousseff está siendo acusada de desviar fondos estatales para tapar el déficit fiscal y presupuestario que ha afectado su gestión en los últimos meses.

La gran inquietud entre la comunidad Latinoamericana es que continúen siendo reemplazados gobiernos elegidos democráticamente por juicios políticos que carecen de bases jurídicas sustentables.

La inestabilidad política y social en Brasil podría arrastrar a otros países del cono Sur, entre ellos, Argentina; Venezuela, Uruguay, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia.

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, al rechazar y condenar la suspensión del mandato presidencial de Dilma Rousseff dijo que:” ahora vienen por Venezuela”.

Los gobiernos de Cuba y Nicaragua también han repudiado el golpe parlamentario en Brasil y demandan el restablecimiento del mandato presidencial de Rousseff. Mientras que Chile, mostró preocupación por los métodos golpistas de los poderes judiciales y parlamentarios brasileños.

La derecha latinoamericana parece estar entusiasmada por la llegada al poder del conservador Mauricio Macri en Argentina, quien viene aplicando despidos masivos de trabajadores públicos y de sustitución de los programas sociales que ejecutó la ex presidenta Cristina Fernández.

El retorno de Dilma Rousseff al poder dependerá de la sagacidad de su defensa ante el proceso que se le sigue, y particularmente de la contundencia de las protestas y acciones de las masas brasileñas para contener el golpe parlamentario en Brasil.

A los sectores marginados brasileiros solo les queda el camino de la lucha para intentar arrebatarle a la oligarquía de ese país su legítimo derecho a vivir con dignidad.

El propio Lula Da Silva expuso públicamente que: “nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre, generaría tanto odio en una élite que tira toneladas de comida en la basura todos los días”.

Hay que clamar para que la armonía y la paz retornen a Brasil, como lo sugirió el Papa Francisco. Y que la grave crisis institucional que padece abra las ventanas del entendimiento y la comprensión.

Viernes, 13 de mayo del 2016

Manuel Diaz Aponte

Periodista y profesor universitario. Es egresado de la Universidad Central del Este y de la Universidad Metodista de Sao Paulo, Brasil, donde hizo maestría en comunicación científica y tecnológica así como estudios en relaciones internacionales. Egresado del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”, en La Habana, Cuba. Finalizó estudios en diplomacia y relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue reportero de El Nuevo Diario y de la televisora estatal hoy CERTV y desde el año 2000 labora en la Dirección General de Comunicación de la Presidencia de la República como periodista profesional habiendo ocupado diferentes funciones.

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