No, Danilo, te comiste el tiburón podrido (¡buen provecho!), pero por favor ahora no juegues con candela, lanzando a las calles, como perros rabiosos, a guardias y policías, como has hecho, o permitido que se hiciera, contra el irreductible y heroico pueblo de San Francisco de Macorís (¿o es que has olvidado sus memorables gestas y sus héroes y mártires?). No juegues con candela, ni allí ni en ningún otro lado. No te juegues con sangre, que es lo que nunca hemos olvidado en la triste historia de esta democracia. Evita, como sea, una tormenta incontrolable de ira armada, que es lo único que nos falta.