Está más que claro: a quienes armaron la porquería seudo electoral del 15 de mayo, y a sus máximos beneficiarios, no les importan, por justas que sean, protestas, denuncias, marchas iracundas, cadenas humanas aquí o allá, huelgas de hambre de candidatos victimados, artículos, editoriales, columnas. No les importa que si la democracia esto y que si la institucionalidad lo otro. Lo único que les importa es lo que ya tienen: la legitimidad que, después del tollo, les confieren unos “poderes fácticos” concupiscentes, frívolos y timoratos que nunca han pagado ni pagarán los platos rotos.