Compartimos una isla con nuestros vecinos haitianos, al Oeste, y ahí sí que el deterioro ecológico ha hecho estragos, con saña de desaparecerlo todo.
La Naturaleza, perfecta como suele ser, se la cobra con creces cuando se ve amenazada por los malos comportamientos de los seres humanos, sin discusión considerados los principales depredadores del medio ambiente y la ecología.
Es algo que nos concierne a todos, no importa condición social, económica, política, religiosa o de otra índole. De seguir la trayectoria de destrucción y sobre explotación de nuestros mares, de qué valdrá decir que vivimos en un país insular bendecido por espectaculares bellezas naturales.
Compartimos una isla con nuestros vecinos haitianos, al Oeste, y ahí sí que el deterioro ecológico ha hecho estragos, con saña de desaparecerlo todo. La basura arrojada al mar, los derrames de combustibles, la pesca con redes, la desprotección a las tortugas que vienen a la playa a desovar, la destrucción de nuestros arrecifes de coral constituyen una detonante que, a la larga, puede costarnos bien caro.
La sobrepesca, la superpoblación, la contaminación de las zonas costeras, el calentamiento global, las especies invasoras y los brotes de enfermedades como la denominada “banda blanca”, son las principales razones de que los arrecifes de coral estén en peligro de extinción, según un estudio publicado en 2014 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en el que participaron 90 investigadores.
Y agregaba que más de la mitad de los corales del Caribe han desaparecido desde los años ´70, y los que quedan- una sexta parte de los arrecifes coralinos originales-pueden esfumarse en veinte años.
Desde hace muchísimos años, la pesca comercial y particular en República Dominicana se ha practicado usando métodos muy artesanales, y sin que se tome en cuenta la preservación de las especies. Esto muy a pesar de la existencia de instituciones que están llamadas a regular esa situación.
Cada 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, y es bueno destacar la importante función que estos desempeñan para la vida sobre la tierra, percatarnos de sus amenazas y movilizarnos hacia su cuidado y protección.
La exposición fotográfica “Nuestros Océanos, una Riqueza Amenazada”, de la autoría de Guillermo Ricart, ingeniero civil y amante de la fotografía submarina y la vida silvestre, a quien no tengo el honor de conocer, nos transporta a ese fascinante mundo en que coexisten ballenas, tiburones, arrecifes, atolones, tortugas, cardúmenes de una infinidad de peces, y que son parte de los prodigios que nos ha aportado la madre Naturaleza.
En la presentación de la muestra, que se exhibe en Galería 360, se establece que en este país “podemos encontrar una gran variedad de ecosistemas marinos, revestidos de una belleza única, sublime y a veces difícil de describir con palabras. Sin embargo, son cada vez más frágiles y amenazados”.
Y agrega que “La falta de regulación, la sobrepesca, las especies invasoras, el cambio climático, la acidificación de los océanos, el blanqueamiento de los corales, son solo algunas de las dificultades que están enfrentando nuestras costas, y se hace cada vez más necesaria la educación y la transmisión de conocimientos que puedan germinar en conciencia y un accionar más responsable para con nuestro medio ambiente”.
La exposición, abierta a todo público, inició este lunes 6 de junio y se prolonga durante todo el mes, hasta el jueves 30, y cuenta con el patrocinio de instituciones como Galería 360, Tropigas y RD Verde.