En el Perú se celebró el cinco de este mes uno de los procesos electorales más dramáticos de la historia reciente de ese país, en el cual el ganador lo fue "por una cabeza", parodiando el tango de Gardel dedicado a su amigo el legendario jinete Ireneo Leguisamo.
Un insignificante 0.23% dio el triunfo a Pedro Pablo Kuzcynski sobre Keiko Fujimori, quien fue víctima de una de las campañas más brutales realizada contra candidato alguno, bombardeada por derechistas, izquierdistas, empresarios, medios de comunicación y otros sectores, a pesar de lo cual prácticamente empató el evento electoral. Vistas las cosas con objetividad, ella ha sido la ganadora.
Sin embargo, la señora Fujimori, a pesar de esos ataques bestiales por su supuesta inclinación antidemocrática solo por ser hija del ex presidente Alberto Fujimori, se pronunció aceptando el veredicto de las urnas una vez completado el escrutinio al ciento por ciento, y a pesar de que–como dijera ella en su momento–su partido estaba en condiciones de disputar votos aun dudosos.
Demostró Keiko un talante democrático que habla muy bien de ella como una líder política responsable y cuyo futuro queda abierto en condiciones mucho más auspiciosas que en esta ocasión, siendo probablemente una candidata difícil de vencer en el siguiente evento comicial peruano al que concurra.
Contrasta sobremanera el comportamiento democrático de los peruanos frente al que asumen nuestros políticos, pues a un mes de haberse celebrado una consulta electoral, todavía los candidatos opositores–con la excepción de Hatuey De Camps–están litigando contra el proceso y no han insinuado siquiera que vayan a reconocer a Danilo Medina como ganador.
Por el contrario, mantienen un bombardeo mediante el empleo de todos los mecanismos a su alcance. Hacen creer al mundo ser víctimas de un robo electoral al estilo de los dictadores africanos más añejos.
En el exterior donde le den seguimiento a los procesos políticos dominicanos pudieran comprar el argumento de la supuesta "estafa electoral", pero solo hasta enterarse de que la diferencia entre Danilo y Luis Abinader, principal candidato de la manada, fue de un millón 280 mil votos.
¿Cómo comparar la nobleza de Keiko que debajo por 40,000 votos admite su derrota, con la tozudez de Abinader y demás candidatos? Aquí no hay nobleza.
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