Mientras el avión de la Fuerza Aérea Colombiana iniciaba su descenso para aterrizar en una base militar en San José de Cúcuta, zona limítrofe con Venezuela, desde las ventanillas del aparato veíamos la hermosa y exuberante vegetación que conforma este vasto territorio suramericano.
A bordo iba un visitante prominente cuya misión buscaba armonizar las tensas relaciones colombo venezolanas. El ex presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández Reyna junto a funcionarios de su gobierno, autoridades colombianas y periodistas.
Fernández fungía de coordinador de una comisión que integraban los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva y de México, Felipe Calderón,quienes trataban de mediar en un conflicto que tuvo a punto de llevar a la confrontación directa a Colombia y Venezuela.
Además de la zona de Cúcuta, previamente se había reunido en el Palacio de Nariño con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe Vélez.
Era la primavera del 2010 y bajo un cielo despejado arribamos a la zona protegida por un fuerte dispositivo de seguridad. El comercio en esa franja fronteriza estaba paralizado como consecuencia del conflicto entre Colombia y Venezuela produciendo cuantiosas pérdidas económicas a los empresarios de ambas naciones.
Los entonces presidentes Álvaro Uribe Vélez y Hugo Chávez Frías prácticamente estuvieron al borde de “declararse” la guerra y se vivían momentos de extrema tensión entre las dos naciones.
Al inicio y final de la travesía de casi cuatro horas desde Bogotá, capital de Colombia, hasta Cúcuta, que además de municipio es también capital del departamento de Norte de Santander de Colombia, mi mente procesaba diversas inquietudes entre ellas, ¿qué tan peligroso es hacer ese recorrido aéreo en un país en guerra?
¿El avión que nos transportaba podría ser blanco de las sofisticadas armas en poder de las guerrillas colombianas?
¿Alcanzará éxito esta misión de paz en tierra colombiana dividida por un conflicto de más de cincuenta años?
¿La labor del periodista se hace más excitante cuando cruza la línea entre el peligro y las posibilidades de que ocurra un hecho algunas veces positivo y otras desagradables?
San José de Cúcuta, se localiza en el noroeste de la República de Colombia, en el Valle homónimo, sobre la Cordillera Oriental de los Andes, y frente a la frontera con la República Bolivariana de Venezuela.
Esta ciudad sirvió de escenario a la redacción y promulgación de la primera constitución de Colombia. En 1821, el gran Libertador de América, Simón Bolívar, acompañado de Francisco de Paula Santander y otros próceres de la independencia se dieron cita en lo que hoy se conoce como Villa del Rosario, para promulgar la primera carta magna que oficialmente declaraba a Colombia como República independiente del imperio español.
Colombia tiene una extensión territorial de un millón 147 mil Km2 y una población de alrededor de 49 millones de personas. El territorio controlado por la guerrilla es de 48 mil kilómetros cuadrados, es decir, el tamaño de la República Dominicana.
Aporte de la Diplomacia
De haberse producido una guerra entre Colombia y Venezuela en esa coyuntura, muy probablemente que arrastraría simultáneamente a otras naciones específicamente a Cuba; Ecuador, Nicaragua, Brasil y Argentina.
Ello porque el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, lideraba un importante bloque a través del MERCOSUR y PetroCaribe que ejercía notable influencia en la región.
Latinoamérica estaba dirigida en ese momento por los denominados “gobiernos progresistas” que incluían además de Chávez, a Lula Da Silva, Néstor Kirckner, Daniel Ortega y Rafael Correa.
Hay que recordar que por años el gobierno cubano brindó respaldo militar a la guerrilla colombiana, especialmente en las décadas 60-70 siendo el líder histórico de la revolución de Cuba, Fidel Castro Ruz, presidente y comandante en jefe de esa nación caribeña.
Sin embargo, en los últimos años precisamente el gobierno de Cuba hizo esfuerzos extraordinarios para que la guerrilla colombiana depusiera las armas y optara por sentarse en la mesa del diálogo.
La crisis diplomática de Colombia con Ecuador y Venezuela de 2008, que fue llamada también como Crisis Andina, se produce luego de que fuerzas militares y policiales de Colombia aplicaran la Operación Fénix, una incursión en territorio ecuatoriano en una misión contra la guerrilla.
Esa acción produjo la repulsa de varios gobiernos de América Latina a través de notas diplomáticas advirtiendo sobre su peligrosidad para la estabilidad política de la región.
Afortunadamente se impuso la cordura a través de los cánones diplomáticos que incluyeron una serie de encuentros y contactos con la mediación de diversos organismos internacionales. En Santo Domingo se efectuó la XX Cumbre del Grupo de Rio el 7 de marzo del 2008, donde se dirimieron profundas diferencias que involucraban a los gobiernos de Colombia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
El ex presidente colombiano Álvaro Uribe y el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en un simbólico apretón de manos zanjaron la crisis diplomática y restablecieron amistad, evitando así que América Latina cayera en la desestabilización política.
La Paz Colombiana
Todo el Continente Americano debe celebrar la firma del acuerdo de paz suscrito entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el líder de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko en La Habana, Cuba, con la presencia de varios mandatarios latinoamericanos y el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon.
El presidente Danilo Medina estuvo entre los mandatarios que asistieron a La Habana como testigo de este acuerdo en su condición de presidente pro témpore de la CELAC.
Es un acuerdo histórico de cese al fuego bilateral y definitivo para poner fin al conflicto armado que lleva 52 años, y que llegó a involucrar de una manera u otra a varios países entre ellos Estados Unidos, la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Cuba, México y Venezuela.
Por supuesto, estamos apenas ante el inicio de la primera fase de la búsqueda de solución al conflicto armado más longevo en el mundo que ha representado la muerte de más de trescientos mil ciudadanos civiles y militares; unos 5.7 millones de víctimas de desplazamientos forzados, centenares de mutilaciones y de una marca física y mental que llevará muchos años superar. El costo económico del conflicto es incuantificable.
El presidente colombiano al valorar la firma del cese del fuego con las FARC el pasado 23 de junio expuso que: “No solamente se acordó el fin de las confrontaciones –con un cese al fuego y hostilidades bilateral y definitivo–, sino que también se definió un cronograma preciso para que las FARC dejen las armas para siempre”.
Santos recordó los horrores del conflicto estableciendo que “los colombianos de todos los rincones del país, de todos los niveles sociales, de todos los sectores políticos y religiosos, hemos crecido y convivido con el miedo y la incertidumbre de la guerra”.
El máximo líder de las FARC tras suscribir el acuerdo del cese del fuego bilateral aseguró que es mucho más hermoso hacer la paz que la guerra.
Al plantear que las FARC harán políticas porque es su “misión de ser” aunque a partir de ahora por medio a “las vías legales” formuló un llamado a la reconciliación.
“No será todo color de rosa, habrá que luchar para que se cumpla con todo lo acordado”, reconoció Londoño Echeverri.
El gran acontecimiento y probablemente uno de los más impactantes en lo político, militar y humano registrado en América Latina en las últimas décadas, será sin dudas la apertura de la paz en Colombia.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Martes, 28 de junio de 2016
.