La salida de Inglaterra de la Unión Europea marca el inicio del fin de la globalización. Se pensó que España, Portugal, Italia, o Grecia, serían las que la harían caer ese modelo con pretensiones holísticas en marcha, a partir de la caída del muro de Berlín (1989), y que con la asimilación de Turquía y las naciones del Este de Europa, arrancadas a Rusia se pensó imbatible, inevitable e irreversible.
Ha sido Inglaterra, la que ha dado el golpe artero a dicho modelo. No por azar sino porque desde sus inicios El Reino Unido manifestó su escepticismo sobre sus bondades, ejemplo de ello es que nunca cambiaron su papel moneda por el Euro, la libra esterlina sobrevivió y ahora se consolidará, es decir: los ingleses vieron en la UE, una estafa de la que no desearon participar para dañarse lo menos posible, pues desde sus inicios, se pudo observar que Alemania era ganadora y que los países del Sur de Europa serían perdedores. Pues más que unión, se trató de conquistas de mercados para productos y servicios desiguales. Desigualdades que pretendieron ser resueltas con unificaciones arancelarias que, como iguales debían competir en el mercado, a sabiendas de que eran desiguales. De modo que en lugar de distribución de riqueza hubo concentración de ella. Incluso Francia, que es la Segunda potencia de Europa Occidental, cayó estrepitosamente ante las envestidas teutona.
El punto a discutir ahora es el de saber si la fragmentación de Europa, en el plano económico, conlleva la caída del modelo neoliberal, pues como se sabe, ha sido la ideología que ha servido de marco a dicha aventura unionista, forjada por la tradición europea pero capitaneada por los Milton Friedman y el gran capital internacional trasatlántico, como alternativa a la forma no superada de Estado denominada Estado Social y Democrático de Derecho. Esto es: los neoliberales convencieron al mundo de que el Estado Social al plantear la redistribución de la riqueza del mundo, ocasionaron su entrada en crisis y la única salida de ella, era la concentración de riquezas, es decir: el capitalismo que en sus etapas mercantil y monopólica no supo distribuir riqueza, lo haría bajo el modelo de concentración de riqueza sin participación del Estado guiado solo por la mano invisible del mercado.
Los hechos vienen a mostrar ahora que ello fue solo una aventura que ha entrado al mundo en una vorágine especulativa y deshumanizada donde las políticas sociales, si bien no han desaparecido, no se encuentran al servicio de la humanidad sino al servicio del capital rentista y de casino que predomina hoy, arrasando con los recursos naturales del planeta solo por obtener unas cuantas pepitas de oro y de diamantes a sangre, fuego y destrucción de la ecología del planeta.
Con todo, el neoliberalismo no ha muerto, pues en tanto modelo con una ideología sin competencia, puede dar muchos aletazos todavía. El tema se centra ahora en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del mes de noviembre. Allí –y no en Espña- se decidirá la guerra, pues esa será la batalla final, el neoliberalismo llevará a la señora Clinton como porta estandarte y el señor Trump, será su adversario modélico. Esto es: Clinton representa la continuidad del neoliberalismo y Trump la ruptura con dicho modelo. Es obvio que Trump no posee una ideología ni un modelo bien definidos, es más bien una alternativa grotesca pero no por ello deja de ser tal.
Además, sendas opciones son caricaturescas. De la señora Hillary podría decirse que en ella el modelo podría sostenerse hasta que aparezca un sustituto honorable, hasta que madure, en lo que aparece el germen que le sustituirá. En cambio, Trump aparece como el peligro hacia algo peor. Pero nunca la ha historia y la política han sido lineales, es más, un partidario del neoliberalismo como lo es el señor Karl Popper, nos ha convencido de que la historia nunca ha sido lineal, que el historicismo ha sido una gran equivocación y que, en cambio, la ruptura, la discontinuidad, es una mejor opción para la humanidad. O, ¿acaso fue solo un planteamiento oportunista?
Como siempre, Latinoamérica, sigue bajo su tradicional arritmia histórica. DLH-24-6-2016