Por Miguel Melenciano.-Sucedió lo que todos estábamos esperando, los dominicanos una vez más estamos haciendo historia, pero de la buena. Como Juan Rodríguez, considerado el primer dominicano en llegar a territorio norteamericano, Adriano Espaillat se acaba de convertir en el primer dominicano en ocupar un escaño en el Congreso Federal de los Estados Unidos.
Por la incidencia que tenemos como comunidad en la vida política, económica, cultural y social de New York, Debió ser antes, pero al parecer debíamos cumplir con el precepto bíblico que dice: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado".
Ahora bien, este triunfo debe servirnos de ejemplo, y es el que debe regir nuestro accionar en esta colectividad, pues quedo demostrado que la unidad hace la fuerza, y con esta potencia obtenemos los triunfos. Todos, sin miramientos de colores partidarios, ideologías, religiones, posición económica, nos convertimos en un solo hombre: "Adriano Espaillat".
La obtuvimos y debemos gozarnos la Victoria, pero no podemos olvidar que las elecciones al Congreso Federal son cada dos años, ósea que, en 24 meses, los dominicanos, juntos a los puertorriqueños, y otras nacionalidades que apoyaron a Espaillat, estaremos nuevamente en campaña para mantener el puesto que hoy estamos celebrando.
Es ahí que se hace perentorio y necesario -en este preciso momento- que Adriano Espaillat, así como a logrado unificar sectores que, por cuestiones de la política partidaria dominicana, se observan antagónico, tiene la misión de conservar hacia el futuro la armonía, entre los que la han dado el triunfo, así como sumarse otros sectores. Porque ahora nos toca quedarnos.
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