Sus vidas han vuelto a recobrar la luz de la esperanza que por décadas estuvo apagada y sepultada ante la indiferencia.
Nace un nuevo renacer para así afrontar un mejor destino. ¿…Y ahora qué les espera?
Hogar propio, más tranquilidad y paz interior, pero fundamentalmente el inicio de la recuperación de la dignidad y ¡por fin!, de alcanzar mejor calidad de vida.
Mil 787 familias que comienzan a ocupar viviendas dignas lejos de las crecidas del rio Ozama en Santo Domingo, capital dominicana.
La sonrisa de satisfacción mezclada con nerviosismo y lágrimas en sus ojos exhibidas por residentes de la Vieja Barquita cuando iniciaba la ruta hacia su confortable morada, retrata la dimensión de la pobreza en el ser humano.
Las imágenes de video y fotografías proyectadas en los medios de comunicación del país hablan por sí solas.
Es una marca difícil de cicatrizar aún después de emprender otra vida y un espacio social humanizado.
Vivieron desafiando el peligro en improvisadas “casitas” hechas de zinc y trozos de maderas envejecidas por el tiempo. Allí nacieron, crecieron y murieron generaciones de dominicanos pobres provenientes de distintas localidades.
¿Cómo adaptarse al cambio? Es probablemente el principal desafío que habrán de experimentar los afortunados propietarios de Mil 787 apartamentos distribuidos en 112 edificios y 90 apartamentos para personas especiales construidos por el gobierno a un costo de cuatro mil millones de pesos.
Hermosa Realidad
Esta obra albergará a más de 6 mil residentes y está equipada con multiuso, iglesia, anfiteatro, canchas de baloncesto, estadio de béisbol, campo de fútbol, estancia infantil, escuela, liceo deportivo, destacamento, fiscalía, jardines, parqueos, iluminación, 112 edificios y 108 locales comerciales.
Cada apartamento tiene un valor de 1.3 millones de pesos, con balcón, comedor, cocina, área de lavado, despensa, clóset, tres habitaciones, sistema de gas y calentador solar.
El gobierno del presidente Danilo Medina también levantó 98 apartamentos adicionales para los pobladores de La Barquita Norte, específicamente las familias vulnerables cuyas casas están levantadas a menos de seis metros por encima del nivel del rio.
“Muchos creían que este día nunca llegaría. Pero aquí estamos. Ante esta obra impresionante y, sobre todo, ante los rostros de todos ustedes, sonrientes, satisfechos y felices”, dijo el mandatario al dejar inaugurado el proyecto habitacional La Nueva Barquita, el pasado miércoles 29 de junio.
Como es lógico suponer la transformación en el estilo de vida de estos pobladores tendrá un gran impacto emocional y cultural por lo que las autoridades decidieron adiestrarlos y prepararlos psíquicamente previo al giro de 360 grados que en lo adelante alcanzarán sus vidas.
Los vecinos de La Nueva Barquita participaron en 7 ciclos formativos: educación, salud, deporte, capacitación técnica, manejo de residuos, cultura y pesca.
Convivencia Social
El director de la Comisión para la Readecuación de La Barquita, empresario José Miguel González Cuadra, explicó que se busca establecer una nueva cultura de convivencia entre esas familias.
Los beneficiarios con esos apartamentos deberán cuidarlos y protegerlos emprendiendo un espacio de armonización y del buen vivir entre la colectividad.
Muchas gentes estarán atentas a seguir de cerca el comportamiento que adoptarán los moradores de La Nueva Barquita.
¿Cuidarán las instalaciones físicas de los hermosos apartamentos que se les ha entregado?
¿Protegerán las áreas verdes e instalaciones de recreo del complejo habitacional?
¿Estarán garantizados los servicios de limpieza por parte del Ayuntamiento de Santo Domingo Este?
¿Cómo asimilarán el extraordinario cambio de vida que han experimentado?
El peso social de esta impresionante obra no tan solo repercutirá en un nuevo estilo de vida para miles de hombres, mujeres y niños que soñaron más de una vez dormir lejos de la crecida de las aguas del rio Ozama. Es igualmente un reto para futuros gobiernos en el país que tendrán que comprender que los pobres también merecen vivir como la gente.
Articulo de Manuel Díaz Aponte
Martes, 5 de julio del 2016