Washington, 22 jul (PL) La obsesión de los asistentes a la Convención Republicana que finalizó anoche con Hillary Clinton opacó el protagonismo del magnate inmobiliario neoyorquino, Donald Trump, quien aspira a vencer en noviembre.
Es tal el rechazo entre las filas de los rojos hacia la virtual candidata demócrata que, por ejemplo, el nombre de Clinton fue mencionado en la noche del martes 79 ocasiones en los discursos, mientras su retador apenas alcanzó las 61 veces, algo que también fue notorio durante el cierre el cónclave.
Tal vez ocurra lo mismo a partir del lunes, pero en sentido contrario cuando toca el turno a los demócratas de confirmar a su abanderado.
Tras aceptar su nominación para la puja de noviembre, Trump prometió convertirse en la voz de los olvidados aunque su mensaje dista mucho de ese objetivo, entre otras cosas, porque amplios sectores se oponen a su prédica antiinmigrante, contra el alza del salario mínimo y el aislacionismo para el país que conlleva a renegar de aliados tradicionales.
Llama la atención que entre los aplausos de sus seguidores, el contendiente republicano se presentó el jueves ante los votantes como "el candidato de la ley y el orden", y un líder fuerte que hará que Estados Unidos vuelva a prosperar y a ser respetado en el mundo.
Una intervención de una hora y 15 minutos de duración, puso broche final a cuatro días de convención llenos de drama, patriotismo, mucha pasión e incluso traición, según comentan medios periodísticos.
Un comentario que publicó el diario The Hill resume los cuatros días del evento: "fue una convención del Partido Republicano en 4-D: la disonancia, la discordia, la división y la falta de honradez".
Desde el desastre del plagio de Melania, a la revuelta del senador Ted Cruz (Texas), a los mensajes de ira y odio presente en casi todos los oradores en ese escenario, la campaña Trump y el Partido Republicano fallaron completamente en ampliar su atractivo más allá de los fieles seguidores del candidato, subraya el periódico en adelanto al escabroso camino que enfrentará Trump a la presidencia.
En Cleveland, el magnate trató de mostrar un retrato sombrío del país que en enero dejará el mandatario Barack Obama a su sucesor o sucesora.
Si gana la presidencia, dijo, habrá una era de prosperidad, unidad y seguridad, y si pierde la nación se sumirá en una era de miseria, división e inseguridad con Clinton.
En la lucha por la Casa Blanca se mostró como el candidato de la "ley y el orden", un mensaje que no abarcó la violencia de las armas y las divisiones raciales que hoy sacuden al país.
En política exterior y tras sus declaraciones sobre eliminar el apoyo estadounidense a sus aliados de la OTAN, abogó por el americanismo, no globalismo, lo cual, subrayó, "será nuestro credo".
En su aceptación no faltó la reiteración de sus planes antiinmigrantes y señaló que es real su idea de construir un muro en la frontera "para frenar la inmigración ilegal, las bandas criminales, la violencia y las drogas que inundan nuestras comunidades".
Un tema ausente en el discurso fue la religión, algo extraño dadas las posiciones ultraconservadoras de muchos de sus seguidores sobre aspectos como el aborto y los derechos de los homosexuales, entre otros.
No podía faltar la amenaza de terminar con la ley de salud, reducir los impuestos a los más ricos y defender el derecho a llevar armas, un tema puntual para los republicanos pese a los continuos episodios de violencia en el país.
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