Por Damián Estrada * .-La Habana (PL) El reciente intento de golpe de Estado en Turquía resonó en el mundo, como un inquietante acontecimiento en una convulsa mitad de 2016: un año para recordar.
Casi 300 personas perdieron la vida durante la fallida intentona militar del 15 de julio, que amenazó con remover los cimientos de una nación que por sí sola zozobra.
Los momentos de terror que vivió el país euroasiático sirvieron, según consideran sus principales líderes, para demostrar que pese a la tensa situación que se vive, el pueblo se mostró renuente a un cambio político obtenido mediante la fuerza y la masacre.
Tanques de guerra bloqueando las arterias de las principales urbes, así como uniformados que abrieron fuego contra el Parlamento e incluso contra la población desarmada, un intento frustrado de derribar el avión en el que se movía el presidente Recep Tayyip Erdogan; de todo se vivió en la sangrienta jornada.
"Un grupo de militares, abusando de sus poderes y las armas en su posesión, intentaron perpetrar acciones anticonstitucionales e irresponsables", así calificó la reyerta el primer ministro turco, Binali Yildirim.
Según las cifras que se manejan hasta el momento, de los 290 fallecidos, 190 eran civiles y 100 eran golpistas, una dura muestra de que siempre la cadena se rompe por el eslabón más débil.
Las estadísticas demuestran además que unas seis mil personas fueron detenidas y están pendientes de juicio por su posible implicación en el golpe militar, mientras que las máximas instancias turcas consideran al clérigo Fetulá Gulen -autoexiliado en Estados Unidos- como principal motivador del incidente.
Por otra parte, Washington confirmó que desde Ankara se procura la extradición de Gulen rumbo a Turquía, un proceso cuya materialización podría enquistarse debido a la complejidad del asunto y las pobres relaciones bilaterales.
En cuanto a las posibles sanciones de los reos, a diversas naciones les preocupa que el presidente turco busque vías para restablecer la pena de muerte, abolida en esa nación desde 2004.
Este tema llevó a diferentes jefes de Estado europeos a llamar la atención al mandatario, entre ellos la canciller federal alemana Angela Merkel, quien dejó claro que en caso de que Turquía apelara a la pena de muerte, sus intenciones de adherirse a la Unión Europea (UE) se verían seriamente afectadas.
"Turquía es un Estado de derecho. La gente lo pidió a gritos (la pena de muerte) en las calles. Hacemos política para realizar las peticiones de la gente, pero no podemos decir sí o no por adelantado, es un tema que debe debatirse en el Parlamento", indicó Yildirim tras el suceso.
Mucha gente se pregunta cuáles son las bases que generaron el golpe de Estado en Turquía sin que hasta el momento se haya llegado a un consenso general, aunque la teoría más manejada es que se produjo la explosión definitiva de las profundas contradicciones entre el pueblo turco y su Ejército.
Aún así, la Gran Asamblea Nacional Turca (GANT) considera que la intentona solo les hará más unidos en lo adelante y anunció en una declaración conjunta que gracias a las nuevas posturas de cohesión adoptadas por Turquía ya "nada será como antes"… algo que está aún por verse.
EL TERRORISMO, OTRO LASTRE
Los atentados en territorio turco en lo que va de 2016 pasaron de ser hechos esporádicos a una realidad palpable con la que convivir día a día.
En el primer semestre del presente año los ataques se han sucedido con una alarmante frecuencia, un alza que se intensifica.
Los siniestros no se hicieron esperar y ya en la temprana fecha del 12 de enero se registró un acto suicida por explosión dirigido a turistas que visitaban los acogedores paisajes orientales del Hipódromo de Constantinopla, en Estambul.
El resultado final fue de 11 muertos incluyendo al perpetrador, un funesto incidente que acabó con la vida de una decena de visitantes, así como unos 15 heridos (en su mayoría alemanes) y que posteriormente fue reivindicado por el grupo extremista Estado Islámico (EI).
Sólo un par de meses después, en marzo, se dio otro suceso en la misma ciudad en el que cinco personas perecieron, contando al autor, otro presunto miembro del EI que se inmoló en el exterior de una oficina municipal del gobierno local en la avenida de Ä°stiklal, dejando además 36 heridos.
Aunque hubo otros lamentables acontecimientos relacionados al terrorismo en los primeros meses de 2016, quizá el más notorio fue el que tuvo lugar en el aeropuerto internacional Ataturk de Estambul, el más importante a nivel nacional y uno de los más grandes de Europa.
Dos atacantes cargados de explosivos, también relacionados al EI, se sacrificaron en el aeródromo mientras que un tercero fue abatido antes de que pudiera activar la ignición; aun así, los resultados fueron desastrosos: 43 muertos y 239 heridos.
Por último, los constantes enfrentamientos entre el Gobierno y los miembros del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), los cuales luchan por su autonomía, también dejan considerables bajas y heridos en el Estado euroasiático y sus fronteras.
LIBERTAD DE PRENSA E INESTABILIDAD POLÍTICA
Otro de los temas a tener en cuenta cuando se analiza la realidad turca en la actualidad son las condenas que llegan desde la comunidad internacional por la rigidez interna con que se regula a los medios de prensa.
El 25 de marzo de 2016 fueron exonerados y puestos en libertad los reporteros Can Dundar y Erdem Gul, director y jefe de corresponsalía del diario opositor Cumhuriyet, respectivamente, los cuales estaban en prisión desde hacía varios meses por presunta conspiración y espionaje gubernamental, un arresto que la Corte Constitucional de Turquía calificara como ilegal.
"Los medios de comunicación no pueden tener libertad sin límites, este incidente no tiene nada que ver con la libertad de expresión, es un caso de espionaje", fustigó la decisión del Constitucional el propio Erdogan, que llegó incluso a sugerir cadena perpetua para ambos reporteros.
Además, recientemente se conoció que la Justicia de Turquía ordenó el arresto de 42 periodistas, que -acorde al ente- "pertenecen a la rama de medios de comunicación" ligada a la gestión de Gulen, presunto instigador del frustrado golpe militar.
Asimismo, tras la intentona, se anunció la destitución de dos mil 745 jueces y juristas, la suspensión de ocho mil 513 oficiales de la Policía y la Gendarmería, así como el despido de casi 200 trabajadores de la aerolínea Turkish Airlines, medidas que sólo fungen como bálsamo a una herida enraizada en las bases de toda una nación.
*Periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.
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