Ocurre en cualquier deporte, quien comienza tarde a ejercitarlo difícilmente logre ser buen competidor. Eso pasa en la política, quien a ella llega tarde, le resulta difícil ser, no solo buen competidor, sino que termina siendo mal político.
Para ser político, no importa la ideología, lo primero que debe ocurrir en una persona es una etapa de compromiso social, y lo que implica desarrollar de alguna manera una vocación de servicio hacia la sociedad.
En ese proceso, se logra comprender la lógica que rige el ejercicio de la política, definir una misión y desarrollar una visión; comprender además, cómo usted debe moverse en ese universo de ideas e intereses encontrados.
Lo que he aprendido en el tiempo de vida es que la política es una profesión como cualquier otra, -u oficio, si no acepta lo primero-, que requiere de un adiestramiento prolongado de quien milita en ella, que es lo que le vale a la hora de usted decidirse a optar por algún cargo público, y ni decir para ejercerlo.
Imagínese usted, una personas de 20 o 30 años que se presente a los entrenamientos de las grandes ligas y proclame su deseo de ser lanzador de béisbol y asegure además que será mejor que aquellos atletas ya establecidos. Lo mismo ocurre con la política, es casi imposible improvisarse en ella.
Y a mi entender, es lo que está ocurriendo con Donald Trump en Estados Unidos. Él ha sido un empresario exitoso, incluso cotizante de candidatos y partidos, y ahora ha creído que puede replicar su éxito empresarial en el terreno político.
Trump pudo lidiar con éxito con sus contrincantes dentro del Partido Republicano, probablemente porque muchos pensaban que se reservaba las agallas para sus adversarios demócratas.
Pero lo que se ha visto tras las convenciones es la novatada de Trump. La primera es venderse como alguien que no es político, cuando en realidad lo está siendo, lo único que sin el bagaje necesario para ejercerla.
Lo segundo es que luce torpe al abordar temas en torno a los cuales al parecer no mide previamente los riesgos. Ignora que en política existen teclas que no se tocan, pero él llega más le lejos, las toca y las bailas.
Y la explicación a eso no es otra, que sabrá mucho de negocios, pero muy poco de política.