El pasado 23 de julio cumplió 85 años de edad la joven maestra de vocación a quien llaman Ivelisse Prats Ramírez, mujer emancipada por cuyas manos han pasado generaciones de estudiantes que han bebido de su fuente inagotable el elixir del conocimiento.
Mujer de pensamiento lúcido, oportuno y vanguardista, ha sido relegada por el tiempo que no le perdona burlarse de los años para continuar una labor pedagógica tan escasa como extraña en estos días.
Ya quisieran “los muchachos y las muchachas” de este tiempo tener la juventud de esta mujer de 85 años; ya quisiera la juventud de este siglo ir al campo de batalla de la vida con sus ideas tan claras y tan propias. Ya quisiera yo…
Me quito reverente el sombrero ante esta mujer revolucionaria, y me inclino respetuoso ante su ejemplo de estudios, lectura y honestidad consigo misma.
Paradigma singular, Ivelisse Prats-Ramírez de Pérez, madre de sus hijos y de los hijos de otras madres que han pasado por el aula mater que lleva en su corazón de maestra, no se jubila.
En las reuniones, durante las discusiones de los problemas nacionales, de táctica o estrategia, de ciencias sociales, suele ir delante con exposiciones brillantes y transformadoras, esquivando la metamorfosis que producen las manecillas del reloj.
Pocas mujeres tienen tan bien ganado el título de “profesora” como Ivelisse. Ella ha sido maestra de la vida, docente en la casa y en la calle, en la escuela y en la universidad, en el partido y en el Instituto José Francisco Peña Gómez donde prepara seminarios, talleres y diplomados.
Su voz parece quebrarse cuando habla, pero su intelecto, su sapiencia es tan firme que las ideas fluyen como el viento transmitiendo conocimiento para que cada joven o adulto sea mejor ser humano cada día porque sabe que sin educación no hay humanidad.
La educación para Ivelisse es la piedra angular del desarrollo integral de los seres humanos. La educación lo es todo. El conocimiento lo llena todo.
Recuerdo los duros años de la lucha magisterial, la fundación de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), los reclamos por mejores condiciones de trabajo, aumento de salarios, etc. Siempre se estuvo en primera línea. No se enajenó, ni se corrompió. No le puso precio a sus ideas ni a sus principios.
Un profesor enseña con su práctica social, no solo en un pizarrón, con una tiza y un borrador. Un profesor o profesora no se margina de la lucha de su pueblo, como no debe hacerlo ningún médico, abogado, periodista, ingeniero, etc.
Ivelisse ha sido una profesora en todas partes. Y una profesora de principios. La considero un baluarte, un paradigma. Con 85 años, sus ideas siguen siendo jóvenes y revolucionaria. Socialdemócrata por convicción. Fiel seguidora de José Francisco Peña Gómez, a quien aún extraña con amor maternal.
Si las ideas no envejecen, si por el contrario se mantienen frescas todos los días con la lectura y el estudio, se muere joven sin ser Dorian Gray.