Por Horacio Nolasco.- El establisment, utilizando el término político ingles para referirnos a las manos poderosas que dirigen el béisbol, le ha ido cerrando el paso a Alex Rodríguez.
Hace un par de días vocero de Alex Rodríguez Ron Berkowitz señaló que es poco probable que su amigo Alex vuelva a juego esta temporada. Ayer se publicó que tampoco se vislumbra un retorno del dominican york en la temporada del 2017.
Vamos a ir un poco más atrás en el espacio-tiempo. Barry Bonds fue una de las figuras legendarias del juego, e independientemente del uso de los esteriodes, uno de los tres más grandes peloteros de la historia. No entra en discusión la ayuda del uso de sustancias prohibidas, pues los esteroides eran la panacea de las Mayores. Todo el mundo, incluyendo el Comisionado Seling, sabía lo que se movía en el béisbol.
El béisbol fue otro después de la huelga de 1994 con los jonrones a diestra y siniestra. Bonds jugó su última temporada en el 2007 con unos registros formidables (.276-28-66, 132 bases por bolas, 43 bases intencionales, .480 OBP, 1,045 OPS). Esos números fueron para un hombre de 43 años que sobrepasó en ese 2007 a Hank Aaron en el liderato histórico de cuadrangulares (762). Después de esa temporada a Bonds le cerraron los caminos y nadie lo contrató.
Igual paso con el dominicano Sammy Sosa, la figura que junto a Mark McGwire llenó los estadios tras la huelga. Las batallas del dominicano contra McGwire y Bonds, sobretodo la de 1998, fueron de antología y llevaron el béisbol a una primacía publicitaria jamás pensada. En una ocasión Sosa realizó una visita diplomática a Japón junto al ex mandatario dominicano Leonel Fernández, provocando emociones como si hubieran llegado los Beatlers al lejano oriente.
Al igual que Bonds Sosa salió del escenario en 2007 (21 jonrones, 92 remolcadas esa temporada con Texas), incluso todavía espera por un reconocimiento de los Cachorros de Chicago, una franquicia que le sacó mucho, que decir mucho, muchísimo provecho a la figura de Sammy.
Volviendo a Alex Rodríguez, el dominicano nacido en New York sabe que le van a cerrar todos los caminos. Lo de jugar en Miami es un tanto complicado, pues Alex es un autentico designado. Quizás como parafernalia publicitaria lo contrate un conjunto para alcanzar los 700 jonrones (como Ichiro y los 3,000 hits), pero no más de ahí.
Alex se ve agobiado, harto de lidiar con las lesiones, de ser un yankee cuando produce y un dominicano cuando no está en sus buenas. Es el pelotero que ha ganado más dinero en la historia del juego y sabe que los jerarcas del béisbol lo ven como la última estrella sobreviviente de la era de los esteroides.
Rodríguez ha conseguido lo que otros posiblemente no han logrado ni en el más fantástico de sus sueños. Dinero, fama, parrandear con las mujeres más rutilantes del show business, pero a un precio muy costoso para una figura que ha tenido que lidiar contra muchas adversidades.
Alex Rodríguez ha tenido una carrera con registros brillantes y sabe que el manto poderoso del establisment está cubriendo su firmamento.
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