Sí, vengan todos los que se arrodillan para suplicarle a Dios que lo perdone. Sí, vengan los que nunca se arrodillan para pedirle al pueblo que lo perdone. Sí, vengan los piadosos con sus golpes de pecho, los conocedores de los misterios del alma y de las debilidades humanas, los heridos por su soberbia y sus catilinarias, los tocados por su hierática imagen, los testigos de su poder irrecusable. Vengan todos, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos. Congréguense espiritualmente y recen por Nicolás de Jesús López Rodríguez, para que Dios y ustedes lo perdonen, como él lo ha pedido, ya rumbo a su retiro.