El régimen presidencialista es aquel en el cual el Presidente de la República y su gabinete son quienes gobiernan en función de sus caprichos personales, un buen ejemplo de ello es la supuesta política ambiental que ahora anuncia el señor Presidente de la República, hace años que el país viene advirtiendo, por intermedio de sus voces más autorizadas, que la depredación de la naturaleza, del bosque, la deforestación en el país, han alcanzado situaciones extremas. Nadie en el gobierno escuchó estas voces, hasta que ahora unos extranjeros muestran una investigación en la que se prueba el desastre que todos conocemos en materia ambiental. No solo porque la parte occidental de la isla está devastada sino porque también lo está siendo la parte nuestra.
Ni tonto ni perezoso, el presidente, se presenta entonces ante el país como el paladín en materia de defensa al ambiente, lo que no explica el Presidente es qué ha hecho por el ambiente en sus últimos cuatro años al frente del Estado. Esto es, bajo el presidencialismo, podemos ser tomados por bobos sin que ello tenga consecuencias. Se ejerce irresponsabilidad política sin que ello tenga consecuencias, sin que haya que rendir cuentas y sin que quienes van a ciertas posiciones públicas deban mostrar calidad, basta con la cercanía al monarca sin corona.
Otro interesante punto de la política ambiental que el presidente presenta al país es un plan o política ambiental consistente en convertir sus denominadas “visitas sorpresas” en plan de conservación de las cuencas de los ríos nacionales, es decir en política ambiental, realmente es un mecanismo novedoso y, al parecer, bien planificado, pues se anuncia que “a partir de ahora quien deprede será apresado.”
De modo que estuvimos equivocados por mucho tiempo al pensar que quien infringe la ley es quien debe ser sometido a la justicia. Ahora nos enteramos de que esto ha de ocurrir solo cuando así lo indique el señor Presidente de la República. Un ejemplo de que será ahora cuando se protegerá el ambiente es la insistencia con que el Presidente asume el rol de ambientalista.
Tan creíble es el primer ejecutivo, que ha colocado al frente del Ministerio de Medio Ambiente al funcionario culpable de la depredación del país en los últimos once años, pues pasó esos años al frente del Ministerio Público y solo se sabe que obstruyó toda acción sancionatoria contra el ambiente. Sea de ciudadanos en particular como de grupos defensores de la naturaleza.
De modo que con la iglesia en manos de Lutero se pretende proteger el ambiente. Como peledeísta y dominicano esperamos no estar ante poses sino ante acciones concretas, esperamos que no se nos presenten asuntos de nación como vendettas, que realmente se elaboren políticas, no improvisaciones para proteger el ambiente. Claro, ello implica que el país cuente con reales interesados en ello. Lamentablemente, hasta ahora, no hemos visto más que improvisaciones en dicha materia, primero un pediatra al frente del Ministerio ambiental y ahora un obstruccionista de la aplicación de la ley ambiental.
Esperemos que la virgen de la Altagracia se apiade e ilumine las preclaras mentes que ahora deben construir con sus manos lo que han destruido con sus pies. Esperemos que la dosis de estudios que deberán dedicar los conduzca a darse cuenta de cuan errados han actuado y cuanta responsabilidades tienen en el desastre.
Ojalá que, por fin sepan distinguir entre ministerio público especializado y ministerio público. Que una cosa es la ley orgánica del ministerio público y otra muy diferente, la ley de los procuradores ambientales. Es mucho el tiempo gastado en incomprensiones productos de la ignorancia, pero ahora que se va al bate, se tendrá la oportunidad de aprender. Si es que loro viejo aprende a hablar.
Repetimos: como peledeísta y como dominicanos, deseamos el mejor de los éxitos al señor Presidente en su nueva cruzada, esperamos también que su Sancho sepa montar el burro que se le ha asignado, pero tenemos serías razones para pensar que el asunto no pasará más que de unas buenas relaciones públicas para mantener maquilla cierta imagen.
En el pasado, se acusó a la ley de ser imperfecta e inaplicable, esperemos a ver cuál será el adjetivo que se empleará para no aplicarla. En caso de que realmente haya la intención de llevarla a la práctica seremos los primeros en aplaudir. DLH-5-9-2016