Por Horacio Nolasco.- Shoeless Joe Jackson fue excluido de todos los honores que brinda el béisbol a sus estrellas, sin embargo una serie de jugadores son inmortales a pesar de sus defectos y errores dentro y fuera del terreno.
Lo de el Descalzo me ha llamado la atención por la comparación que se ha hecho con relación a la última temporada de David Ortiz, quien ha superado a Joe-Shoeless- Jackson con más carreras remolcadas en su año de retiro.
Es absurdo comparar a un hombre forzado al retiro, con 33 años, en plenitud de condiciones, en tanto el criollo es un cuarentón, con un bate a mil, pero que apenas puede caminar por su peso físico, las lesiones y que 40 son 40. Shoelees fue toda una maquinaria ofensiva, un jugador admirado por muchos, imitado en su estilo de bateo hasta por Babe Ruth, sin embargo cometió un grave error con el escándalo de los Medias Negras de 1919 y finalizó sus días administrando un bar.
Sheless Joe promedió .356 de por vida, .408 en 1911 y en 1920, el año de la bola viva, su última estación en MLB promedió .382, 218 hits, remolcó 121 carreras y disparó 12 jonrones (fue su única temporada con más de 100 remolcadas). Su pecado por estar ligado a la venta de la Serie Mundial de 1919 lo excluyó del béisbol, sin embargo otros no tan santos son inmortales hoy día.
Rogers Hornsby (El Rajah), una de las grandes figuras del béisbol (.358, 152 remolcadas en 1922, tres veces bateo sobre .400). Su personalidad fue tan terrible que formó parte del Ku Klux Klan y en el amplio sentido de la palabra era un ser insostenible.
Hornsby y Ty Cobb eran dos misántropos, despreciaban a todo el mundo, aun a los blancos (Cobb estuvo ligado a un homicidio y era alcohólico). Tris Speaker (.345 de promedio) era miembro prominente del KKK, en tanto Cap Anson (.333) y Dizzy Dean (inmortal con apenas 150 triunfos) fueron dos propulsores en contra de la presencia de los negros en Ligas Mayores.
Robert-Lefty-Grove, ganador de 300 juegos y nueve veces ganó el liderato de efectividad. Ese señor no firmaba pelotas, no hablaba con reporteros, odiaba los novatos, los fanáticos y jamás le gustaron los niños.
El grupo de los inmortales alcohólicos lo encabeza Babe Ruth, la leyenda del juego que incluía una chata de whisky en su desayuno. El Sultán tenía todos los vicios de la época y era amigo de los capos legendarios de esos años. Ruth malgastó toda su fortuna, con todo y ser el empleado mejor remunerado de Estados Unidos en sus años de gloria.
Mickey Mantle (536 jonrones) fue un jugador adorado por todos, no obstante el alcohol fue más fuerte y dominante que cualquier lanzador que enfrentó en su vida. Fue un usuario de las hoy prohibidas anfetaminas y su vida fuera del terreno de juego fue un desastre.
Jimmie Foxx alcanzó los 500 jonrones con 32 años, debutando en en las Mayores a los 17 años. El alcohol acabó con su carrera, su vida y terminó dirigiendo un conjunto femenino en la época de la Segunda Guerra Mundial.
Grover Cleveland Alexander ganó 28 juegos como novato en 1911, acumulando 373 victorias en su carrera. El alcohol le produjo una vida miserable, murió abandonado y en una pobreza extrema. Al Simmons (.334, 1,828 remolcadas) fue otro bebedor empedernido. El alcohol le produjo trastornos nerviosos, muriendo en la inopia.
Jhonny Mize (.312, 1,337 carreras remolcadas y tres años en la Guerra) fue un jugador con un genio tan difícil que era odiado por sus propios compañeros de equipo, enemigo de la prensa a tal punto que decía que su bate hablaba por él. Eso le valió un castigo, ingresando al Templo de los Inmortales 28 años después de su retiro.
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