Washington, D.C. El punto ebullición de la campana en Estados Unidos ha llegado, hasta ahora Donald Trump ha tenido aciertos y desaciertos haciendo comentarios a distancia, pero este debate será el primer encuentro directo de los candidatos bajo el mismo techo y tiempo. Con Donald Trump puede pasar cualquier cosa, con él lo inesperado es la regla y no la excepción.
No esperemos que le lance rosas y claveles a Hillary, pues conocemos su nivel de rudeza, vendrá con los correos electrónicos sin duda alguna. En los debates se pierden elecciones como ya le paso a Nixon frente a Kennedy y un comentario trumpístico en directo puede sacarlo de la contienda.
La estrategia de Hillary Clinton será continuar aprovechando su momentun desde los comentarios de Trump sobre la familia del soldado musulmán. Aprovechará cualquier comentario agresivo de corte racista que Trump haga en cuanto a los temas de inmigración, terrorismo, religión y minorías. Además, se mostrará mas ecuánime y coherente en el momento en que Trump cambie de posición dos veces la misma noche. Esto generalmente sucede cuando le hacen la misma pregunta varias veces de manera distinta. Veremos si el vocabulario repetitivo de Trump tiene suficiente combustible en el tanque para aguantar tres horas de “debate de contenido”.
Los votantes esperan respuestas concretas sobre los temas de la agenda política, pero también saben que con la figura de Trump envuelta, tendrán un espectáculo al nivel de Las Vegas. Puede pasar cualquier cosa y el escenario puede “incendiarse”, desde ver a Hillary Clinton abandonar el lugar por los insultos de Donald, hasta ver un Trump extremadamente “cortés” producto de un cambio de estrategia de su equipo político. Al final de todo, Hillary es una dama y hoy se pondrá a prueba la caballerosidad de Donald Trump. Esta noche se hará historia.
Para Clinton su desafío será responder sobre sus correos electrónicos, algo que Trump traerá al escenario, naturalmente. En cambio, para Trump seguirá siendo el tema migratorio que es muy amplio si se toca terrorismo, narcotráfico y el famoso muro en la frontera. Sus finanzas personales también es un tema oscuro, tal como los ingresos de Hillary a través de su fundación y lo que ha ganado por discursos pagados por gobiernos extranjeros.
Un poco de historia:
Un debate puede catapultar o sepultar una campaña, puede ser decisivo en los países con tradición de análisis y debate. Tenemos el ejemplo del debate del año 1960 entre John Kennedy y Richard Nixon, cuando este último con una experiencia de 8 años como vicepresidente lució nervioso y difuso frente las cámaras, llegando a sudar ante el joven senador de Massachusetts que se había preparado para el encuentro, el resultado: el vicepresidente no sería presidente de los Estados Unidos hasta 1969.
Considerando que la derrota de Nixon en el 1960 se desprende de los resultados más cerrados (49.72% vs. 49.55%) en Estados Unidos desde el 1916, hay analistas políticos que piensan que este debate pudo ser un factor determinante para que el pueblo americano se inclinara ligeramente hacia Kennedy. Estas elecciones siguen siendo motivo de controversia entre algunos historiadores. Con ese margen tan estrecho, si Nixon hubiera descansado las horas previas al debate como Kennedy hizo y se hubiera preparado como su adversario también hizo, tal vez la historia fuera otra, Nixon hubiera ganado en el 1960, Kennedy seguiría en el Senado hasta el 1969 cuando se convertiría en presidente, el caso Watergate no hubiera ocurrido y el asesinato de Kennedy del 1963 no hubiera pasado, hubiera muerto de vejez en la década del 90. Esto solo es un poco de imaginación considerando el carácter caprichoso de la historia, un debate tiene el poder de cambiar el rumbo de la historia.
En la misma época, República Dominicana había tenido un ensayo de debate televisivo entre el profesor Juan Bosch y el padre Láutico García, en la campana electoral de 1962. Aunque este debate fue para demostrar que no tenía ningún vinculo comunista, y no un debate de propuestas y planes de gobierno entre candidatos. Es decir; que Juan Bosch no solo dejó la constitución más progresista como legado, sino que después de 50 años y muerto, sigue siendo progresista aún frente a la actual generación de políticos.