Los triunfos electorales de Joaquín Balaguer, desde 1966 hasta 1978, cuando pese al uso de los recursos del Estado, los fraudes, la represión, y la negativa de Juan Bosch y el PLD, el PRD ganó las elecciones, siempre estuvieron “entre comillas”.
Balaguer no ganó nunca unas elecciones limpiamente, incluyendo las de 1986 con Jorge Blanco de presidente de la República y Jacobo Majluta de adversario del doctor Balaguer. Todavía no se han contado los votos que de seguro habrían dado ganador al “turquito de la Mella”, como lo llamó en una ocasión un dirigente Comunista.
Leonel Fernández, presidente nominal del PLD, en su libro “Raíces de un poder usurpado, radiografía del proceso electoral dominicano de 1990”, explica los fraudes y maniobras de Balaguer para perpetuarse en el Palacio, acusándolo de “encarnar un movimiento contrarrevolucionario en el poder cuyo objetivo esencial era la eliminación de todo el que había tenido alguna participación destacada en la insurrección de abril de 1965”.
Las elecciones de 1970, que el PRD se abstuvo por no existir condiciones mínimas, fueron una escaramuza. Leonel dice que las del 1974 fueron “una farsa”. Las del 78, donde se impuso la voluntad popular a sangre y fuego, también estuvieron marizadas por la represión y el uso abusivo del dinero del presupuesto nacional.
En el 82, con Jorge Blanco de candidato –tras la muerte del presidente Antonio Guzmán que se suicidó 43 días antes de terminar su mandato- el PRD gana de nuevo los comicios, pero “pierde” extrañamente en el 86 cuando retorna Joaquín Balaguer, que cuatro años más tarde le hace un frade escandaloso al profesor Juan Bosch y al PLD.
Para Leonel las elecciones del 90 “constituyeron un nuevo eslabón en la cadena de fraudes, vicios e irregularidades que caracterizan el ejercicio del sufragio en nuestro país”.
En 1994 Balaguer enfrenta al doctor Peña Gómez. El fraude no pudo ser mayor. Se generó una crisis que terminó regalándole, no quitándole, dos años de gobierno, hasta el 96, cuando nuevamente se realizarían loa comicios. Tanto Balaguer como el PLD le tendieron una trampa a Peña Gómez que ingenuamente cayó en ella.
En efecto, Jacinto Peynado, candidato del Partido Reformista, no recibió el apoyo de Balaguer. En la segunda vuelta se oficializó el pacto rastrero y racial entre Balaguer y un Bosch que ya no estaba en sus cabales, que le permitió al PLD, con Leonel, que antes le había llamado “asesino” y “tramposo”, como candidato presidencial.
A la llegada del PLD se producen los mismos “eslabones en la cadena de fraudes, vicios e irregularidades que han caracterizado el ejercicio del sufragio en nuestro país” a pesar de haber perdido las elecciones en el 2000 del PRD que llevó a Hipólito Mejía que debido a múltiples factores que no son objetos de este artículo, perdió en el 2004, en un intento de reelección funesto que él mismo ha calificado como “una metida de pata”.
Los triunfos del PLD, desde el 2004 hasta la fecha, han sido fraudulentos, con el uso de los recursos públicos. (“El Estado me venció”, dijo Danilo en la lucha interna de su partido). Para imponer a Danilo y así evitar la cárcel, se creó un déficit de 200 mil millones de pesos. El propio Leonel lo dijo en Nueva York en una reunión.
Los comicios de mayo de este año también constituyeron un “eslabón en la cadena de fraudes, vicios e irregularidades que han caracterizado el ejercicio del sufragio en nuestro país”.
Quiere decir que, desde 1966 hasta 2016, el país no ha avanzado en materia electoral. Y lo que es peor, el PLD pretende continuar en el poder con los mismos “fraudes, vicios e irregularidades que caracterizan el ejercicio del sufragio en nuestro país”, gracias a un pueblo, ignorante, pobre y pendejo.