Por Por Luisa María González. París (PL) Tras andar el espacio durante 12 largos años, la sonda Rosetta aterrizó en el cometa 67P y en él descansará para siempre, en lo que constituye el fin de una aventura que cautivó a astrónomos, aficionados a las estrellas y hasta a músicos.
Poco después de que la nave partiera de la Tierra en el año 2004, el cantautor español Ismael Serrano sacó a la luz un disco llamado El viaje de Rosetta y al presentarlo empleó elocuentes analogías: "También seguíamos la estela de un cometa (…) Buscábamos respuestas y solo encontramos preguntas. Y la certeza de que aún nos queda todo por hacer".
Las palabras del artista (ex estudiante de Física) cobran ahora un nuevo sentido cuando se cierra el capítulo de la investigación de Rosetta, pero al mismo tiempo se abren muchos nuevos capítulos para quienes dedican la vida a profundizar en el estudio del universo y sus orígenes.
Gracias a la misión realizada por la Agencia Espacial Europea (AEE) -con sede en París-, "los archivos extraordinarios de los que disponemos en el presente nos reservan sin dudas muchas sorpresas. Esto es solo un comienzo, Âítodavía no lo hemos visto todo!", aseveró Matt Taylor, uno de los principales responsables del proyecto.
Patrick Martin, otro de los encargados, sostuvo que a pesar de las enormes dificultades experimentadas por la sonda, "todo lo que ella consiguió pasará a la posteridad y será utilizada por la próxima generación de científicos e ingenieros en el mundo entero".
Luego de recorrer más de siete mil millones de kilómetros en el espacio, el legado que deja Rosetta está considerado como inconmensurable.
Para comenzar, se trató del primer aparato creado por los seres humanos que consiguió acercarse a un cometa para extraer todo tipo de información útil con vistas a su estudio, un proyecto aprobado en 1993 dirigido profundizar el conocimiento sobre los orígenes de la vida en el planeta Tierra.
Varios años después, la sonda inició su viaje en 2004 con el robot Philae a bordo, y ambos recorrieron el espacio; orbitaron la Tierra, Marte y el cometa 67P; y consiguieron imágenes de un altísimo valor científico.
La misión estuvo cargada de dificultades que durante más de una década mantuvieron en tensión a un amplio equipo de científicos e ingenieros, quienes desde la Tierra guiaron día a día la trayectoria de la nave.
"Rosetta funcionó durante 786 días en el ambiente hostil del cometa, ejecutó numerosos sobrevuelos épicos muy cerca de su superficie, sobrevivió a numerosas erupciones inesperadas y salió indemne a dos pasajes en modo de seguridad", recordó Sylvain Lodiot, especialista que piloteo la sonda.
Tras una década periplo, llegó para Rosetta el momento enviar a Philae a la superficie del cometa, equipado con un moderno sistema de observación y análisis encaminado a recolectar mucha más información.
La compleja operación se completó con éxito en 2014, pero Philae quedó en una posición sin acceso a la luz solar, por lo cual careció la energía suficiente para funcionar. Desde entonces, la comunicación entre Rosetta y Philae fue esporádica con largos periodos de silencio.
El pasado 2 de septiembre, cuando el fin de la misión de Rosetta ya estaba decidido y los especialistas de la AEE habían perdido las esperanzas, la sonda consiguió otra proeza inesperada: captó con una cámara una imagen impresionante del robot, lo que permitió conocer con detalle su ubicación.
El material reveló que Philae se encuentra encajado en una grieta oscura del cometa 67P, de ahí las dificultades experimentadas para establecer comunicación.
"Con solo un mes restante para la misión Rosetta, estamos muy contentos de finalmente localizar a Philae y verlo con tanto detalle", sostuvo la especialista Cecilia Tubiana, la primera persona que vio las imágenes.
El director de la misión Rosetta, Patrick Martin, resaltó que "este notable descubrimiento llega al final de una larga y cuidadosa misión".
"Estábamos comenzando a pensar que Philae seguiría perdido para siempre. Es increíble que hayamos capturado esto a última hora", comentó.
Ahora Rosetta aterrizó también en el cometa 67P y se unió allí con Philae. La sonda se apagó automáticamente al impactar en el suelo y por ello nunca se sabrá en qué medida pudo resistir el golpe.
Pese a tal incertidumbre, los científicos sí están seguros de algo: el legado del viaje Rosetta forma parte ya de la historia de las ciencias que buscan develar el misterio de cómo surgió la vida en el universo.
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* La autora es corresponsal de Prensa Latina en Francia