Por Martha Sánchez *- La Habana (PL) La influencia del músico estadounidense Bob Dylan trascendió las rayas del pentagrama al ser anunciado como Premio Nobel de Literatura 2016, un lauro que tal vez él mismo nunca imaginó conquistar.
El mito viviente de 75 años de edad tenía el Polar Music Prize, una especie de Premio Nobel de Música, y por si fuera poco un Globo de Oro y un Oscar por su canción Things Have Changed para la película Jóvenes Prodigiosos.
A ese listado se sumaron en 2007 y 2008, el Príncipe de Asturias de las Artes y el Pulitzer, respectivamente.
Para la Academia Sueca, Dylan ha creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción.
Este fue el argumento empleado para justificar la concesión del lauro por primera vez a un músico, y la noticia dada a conocer el jueves 13 de octubre, al instante provocó gritos de hurra en la sala de la Bolsa de Estocolmo pues el cantante y poeta sigue siendo una de las figuras más prolíficas e influyentes en el arte.
Los vínculos de Robert Allen Zimmerman con la literatura son más que evidentes, no solo devoraba de joven cada libro que caía en sus manos sino que el mundo lo conoció con el nombre inspirado por el poeta Dylan Thomas.
Al decir de expertos, el artista combinó la música rock con composiciones complejas y literarias influidas por imaginería surrealista.
Las letras de sus canciones llegaron a apreciarse como poesía y muchos lo identifican como la voz de una generación debido a sus composiciones de la década de 1960 que transmitieron el espíritu hippie, rebelde pero antibelicista de aquel momento.
Cuando le entregaron el Príncipe de Asturias de las Artes lo calificaron de faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo.
El autor de Blowin In The Wind y Like A Rolling Stone, por solo mencionar dos de sus himnos, devino en símbolo del folk rock estadounidense, aunque no puede encasillársele solo dentro de esa tendencia.
Like A Rolling Stone fue elegido como la mejor canción de todos los tiempos por la revista Rolling Stone y alcanzó el segundo puesto en la lista estadounidense Billboard Hot 100.
Tras sufrir un accidente de moto en 1966, Dylan se recluyó durante un año en el sótano de su casa y empleó el tiempo en componer.
Poco después la decisión de convertirse al cristianismo y dedicarse a una música más espiritual disgustaría a una parte de los seguidores pero la carrera ininterrumpida del ídolo siguió cosechando aplausos y sentó más bases para su leyenda.
El ídolo no ha dejado de forjar discos hasta hoy, en mayo de este año produjo él mismo su álbum de estudio número 37 con el título de Fallen Angels, fonograma antecedido por el exitoso Shadows in the Night (2015), que igualmente da cuenta de la vitalidad del prodigio.
De acuerdo con la secretaria permanente de la Academia del Nobel, Sara Danius, hubo gran unidad en la decisión de otorgarle el premio a Dylan, alguien que -según recordó- tiene la condición de un icono.
Él es probablemente el más grande poeta vivo, exclamó el miembro de la Academia Sueca Per Wastberg.
La institución también elogió la profunda influencia del artista en la música contemporánea.
El Premio Nobel de Literatura adjudica a su ganador ocho millones de coronas suecas, equivalentes a 930 mil dólares, y es uno de los galardones de mayor prestigio en el planeta.
Junto a un mar de aplausos, tampoco faltan cuestionamientos sobre la concesión de este lauro a un músico por encima de tantos escritores talentosos.
Hubo un tiempo en que la literatura se transmitía de manera oral y muchas historias se cantaban.
Bob Dylan tuvo la suerte de haber alcanzado los más altos reconocimientos en vida, dentro de su campo y más allá de él, algo que numerosos músicos, literatos y artistas en general jamás vivieron.
*Periodista de la Redacción de Cultura de Prensa Latina.