Los líderes de partidos emergentes que fueron aliados al presidente Danilo Medina en los pasados comicios están medio nerviosos debido a que el jefe del Estado no los ha confirmado en las funciones administrativas que desempeñan.
El hecho es que estos ven que salen decretos presidenciales con designaciones y que solo han abarcado a los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, siendo el Partido Revolucionario Dominicano el único aliado que ha recibido designaciones de su gente.
La verdad que no entiendo el nerviosismo, pues si el presidente de la República no los fuese a confirmar ya los habría removido. Lo que sucede es que el mandatario tiene su particular forma de actuar, y como dice el tigueraje callejero dominicano "Danilo no coge corte".
De modo que los aliados que dirigen instituciones estatales deberían estar tranquilos y expectantes, ya que es posible que en los próximos decretos que firme el presidente Medina pudieran estar los suyos. Mientras sigan despachando los asuntos atinentes a sus cargos con el mismo alcance legal que si los hubiesen confirmado.
Lo mismo pudiera decir de aliados no institucionales que dieron su respaldo al candidato Medina en el trance crucial de la campaña de 2012, cuando políticos del nivel de los ex candidatos senatoriales del PRM, Carlos Domínguez, de Santiago Rodriguez, y Saturnino Espinal (El Papero), de Pedernales, abandonaron el barco perredeista cuando muchos entendían que Hipólito Mejía sería imbatible.
Este tipo de respaldo en momentos tan oportunos adquirió un significado muy especial, en razón de que mandaba el mensaje de que, no obstante lo que se percibía, el barco del cual saltaban en realidad está haciendo agua. Tanta que, efectivamente, se hundió bajo el peso de la maquinaria del PLD que es, sencillamente, demoledora, y Danilo resultó electo por primera vez.
Esos y otros dirigentes del PRD entendieron que entonces Danilo representaba la mejor opción para conducir los negocios públicos. Y en realidad estaban en lo correcto. Ya conocida la hoja de servicio del jefe del Estado les resultó fácil–lo mismo que a los aliados formales–volver a ponerse en la fila y empujar como pudieran para renovarle el contrato de Presidente de la República, esta vez con el ya histórico 62 por ciento. Mi consejo: ¡mantengan vivas las esperanzas!
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