En 1939 quedó fundado en la ciudad de la Habana, Cuba, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con el objeto de instaurar en la República Dominicana, la libertad y la democracia representativa siguiendo las ideas de la Constitución alemana de Weimar. A juicio de su fundador, Juan Bosch, dicho partido habría de establecer un régimen de derecho que garantizase el desarrollo de una burguesía nacionalista pero integrada al mundo. Cuando en 1963 llegó al poder el PRD dirigido por Juan Bosch, se propuso cumplir sus promesas electorales, pero a solo siete meses de ocupar el solio presidencial, un golpe de Estado lo echó del poder. No sin antes haber puesto en vigencia la constitución más liberal y auténtica que ha tenido el país. La lucha por el regreso de Juan Bosch al poder con su constitución, daría lugar a la revolución del 65 y a la Segunda intervención de Estados Unidos en República Dominicana, del siglo XX.
A partir de entonces, se instauró una democracia al estilo de la agenda de Estados Unidos para Latinoamérica. Hasta que en 1978, el PRD, derechizado, aliado a la Internacional Socialista y a los liberales de Washington, consigue regresar al poder bajo el liderazgo de José Fco. Peña Gómez. De 1978 a 1982 el PRD realiza un gobierno bajo los dictados del imperio y sin cumplir su programa de gobierno, al punto de que el propio Peña Gómez, debió admitir que ese no era el gobierno del PRD sino el gobierno de la oligarquía de Santiago. Que el próximo gobierno de su partido, si cumpliría sus promesas electorales; sin embargo, a partir de 1982 hasta 1986, el país padeció un gobierno aliado de las multinacionales y a la política monetarista del Fondo Monetario Internacional (FMI), obligando a las masas populares a realizar una poblada en 1984, que fue determinante en el regreso de Balaguer al solio presidencial en 1986.
Es en el periodo: 2000 2004, cuando el PRD, esta vez con Hipólito Mejía de candidato a la Presidencial de la República, consigue llegar nueva vez al poder. Este gobierno, tampoco cumplió sus promesas de masas, pero si ha sido determinante para que el PRD, haya mostrado su cara real: la de partido de la incipiente burguesía nacional. Pero incumplió porque se plegó al esquema de dominación dictados en Washington lo que implica el no cumplir más que con el imperio y sus aliadas de siempre la oligarquía y las transnacionales, a expensas del orden constitucional.
La protesta más agria contra esa política la realizó Hatuey Decamps, quien se opuso a la reelección presidencial que planteó Hipólito en 2002, según él, por una postura de principio a la historia del PRD, reivindicando la figura de Peña Gómez. La estrategia de Hatuey fracasó, por tanto, fue expulsado del partido del jacho prendido. Con su salida murió el PRD, desde entonces ese partido perdió todo su sentido histórico, la primera herida de muerte, ocurrió con la salida de Bosch en 1973 y la fundación del PLD, pues con ello el PRD, se movió a la derecha, ahora simplemente murió en manos de Hipólito, su sepulturero.
Luego, Hipólito trató de eliminar políticamente a Miguel Vargas, nuevo líder del PRD, pero quien resultó expulsado fue el ex socialcristiano Hipólito. A partir de entonces, el PRD puede decir al país sin ambages, que es el partido de la incipiente burguesía nacional. Quizás nunca más vuelva a ser el partido de masas que fue bajo Bosch y Peña Gómez, pero lo será de la incipiente burguesía nacional. El único que no se ha percatado de ello es Guido Gómez.
De ahí que el manejo de las posiciones clasistas y el diseño de un esquema institucional para el capitalismo criollo que, desde su visión de nación, hace Eduardo Jorge, no debe tomarse a la ligera. Quizás sea la que en su momento planteó Ramoncito Báez, o la misma visión de nación de Leonel Fernández, el caso es que se trata de una propuesta institucional pertinente. Pues contiene una visión clasista que, en efecto, busca resolver un problema histórico que se planteó en 1939, debido a la interrupción que ocasionó el régimen de Trujillo. DLH-29-10-2016