Por Pedro Ignacio Altamirano.- Cuenta la leyenda que la causa del destronamiento del último rey de Roma de origen etrusco, Tarquinio el Soberbio, fue la violación de Lucrecia. El hijo del rey, Sexto, forzó a Lucrecia, que ultrajada y avergonzada contó lo sucedido a su esposo Junio Bruto, sobrino de Tarquinio y a continuación se suicidó. El esposo juró venganza y levantó al pueblo contra el rey que abandonó la ciudad. Poco después se abolió la monarquía y se estableció en Roma la República.
“Respublica” concepto del latín “res” cosa “pública” de los público, el dominio del ciudadano sobre el gobernante basado de la Ley, o lo que es lo mismo, en la Constitución como medio de igualdad entre todos los ciudadanos. Conceptos que evolucionaron hasta el más moderno adoptada en la “toma de la bastilla” o República francesa, con el lema determinante Libertad, Igualdad, Fraternidad. Solo somos libre entre iguales.
El nacionalismo andaluz debe aspirar por tanto a lograr los conceptos básico de la República, como modelo de Estado, por lo que significa de democracia e igualdad. La consecución del objetivo de una República de Andalucía como programa máximo no negociable. El concepto Republicano de Estado como garantía de que se cumplan los derechos de los ciudadanos andaluces, con la misma fortaleza que hacer cumplir las obligaciones de los mismos.
La construcción de la República nos atañe e implica a todos/as los andaluces/as. A todos los sectores de la sociedad por igual. La fortaleza de la misma emana, de forma precisa, del pueblo como responsable de hecho y “in vigilando” de la acción de gestión y del buen gobierno de la República.
Este hecho que puediera paracer valadí, no lo es. El trabajo de consciencia y responsablidad que hay que transmitir a los andaluces, tras décadas de dictadura franquista y ahora de dictadura disfrazada de democracia del PSOE, no es tarea fácil ni rápida. Transforma la consciencia adormecida por el canto de las sirenas de las subvenciones y la paga de pobreza a cambio de votos que cambiar despues en el mercadillo del Congreso de los Diputados, a una consciencia de resposabilidad y exigecia de resultados por el voto otorgado, quizás sea cuestión de décadas, quizás de generaciones. No hay más salida pués que el cambio de cosciencia como base de cambio político.
En la actual Andalucía, como Comunidad Autónoma del Estado español de las autonomías, no hay futuro alguno para los andaluces. En futuro, si se continúa perteneciendo al actual España es más de los mismo, más paro, más pobreza y más atraso. Llevamos aguantando el actual sistema desde el inicio de esta imperfecta e inconclusa democracia monarquica, y Andalucía sigue liderando todas las peores listas para desveguenza de los gobernantes socialistas de la Junta de Andalucía. Para colmo, vemos a los último presidetes de la misma, sentado en el banquillo de los acusados de presuntos delíto contra los intereses económicos de los andaluce a los que debieran haber sacado de la pobreza.
La proclamación de la República Andaluza es, debe ser, el claro y único objetico a corto plazo del pueblo andaluz contra la actual tiranía económica, política y social. El concepto republicano como base de convivencia y gestión de los andaluces debe ser su norma de conducta. En este caso la disyuntiva entre que es primero, el huevo o la gallina, es este caso, cambio de consciencia para alcanzar la República, o Repúbliica para cambiar las cosnciencias no tiene discución alguna. Hasta que no alcancemos la República no podermos liberar la cosciencia dormida de los andaluces. Esa es la única tarea que nos debe mover en estos momentos a los Republicanos Andaluces.
Pedro Ignacio Altamirano