NUEVA YORK.-El cónsul general de la República Dominicana, Carlos A. Castillo, encabezó junto al alcalde de esta ciudad Bill de Blasio, el acto solemne de conmemoración del 15 Aniversario de la muerte de 265 personas, de ellas 175 dominicanos, en el vuelo 587 de America Airlines al precipitarse el Airbus A-300 en Beller Haarbor, Queens.
Castillo invitó a sus connacionales a recordar con reverencia y mucho amor a las víctimas de la tragedia aérea que conmocionó a la ciudad de Nueva York y tocó las fibras más sensibles de la nación dominicana.
El funcionario fue presentado por el alcalde De Blasio en la ceremonia a la que asistieron familias que perdieron a hijos, padres, nietos, hermanos, sobrinos, primos, amigos y relacionados, y los recordaron rindiéndoles honor en el Monumento de homenaje a víctimas del vuelo 587.
Antes de presentar a Castillo como “un defensor incansable de la comunidad dominicana”, el ejecutivo municipal de Nueva York dijo que comparte el dolor de los familiares que sobreviven a los fallecidos y lamentó que muchos niños que etudian en distintas escuelas hayan quedado huérfanos.
El cónsul Castillo manifestó que ”Nos unimos a los sentimientos de dolor y heridas que no han podido restañar los dominicanos y ciudadanos nativos de otros países que perdieron a sus seres queridos en la caída del Airbus A-300 de American Airlines minutos después de despegar desde el Aeropuerto John F. Kennedy con destino a la República Dominicana”.
Sostuvo que como representante del Gobierno Dominicano siempre estará presente en las actividades apoyando a los familiares de las personas que fallecieron en dicha tragedia y aunque el tiempo transcurrido no ha logrado borrar su dolor, “nos Consuela la seguridad de que siempre estarán en nuestros corazones”.
"Hemos venido hasta este Monumento para unirnos a las familias que perdieron a sus seres queridos a quienes recuerdan con profundo dolor, con este encuentro que se ha convertido en una tradición anual desde que fue inaugurado en el año 2006”, puntualizó.
Exhortó a los familiares de los dominicanos fallecidos a la reconfortación y a ser optimistas en el futuro.
“Aunque el 12 de noviembre de 2001 se fueron sus vidas, más no sus nobles ideales, ni sus sueños fraguados en la voluntad férrea de construir en tierra norteamericana un futuro más próspero y promiosorio para ellos y sus familias”, añadió.