Por Juan Carlos Díaz Guerrero*.-Montevideo (PL) La celebración en Uruguay de los 10 años de la firma de la Carta Cultural Iberoamericana ratificó la validez de ese instrumento y el compromiso de los países de la región de seguir avanzando en la diversidad cultural.
Durante dos días, autoridades del sector cultural de América Latina – más España y Portugal – reflexionaron y aprobaron una declaración final con el objetivo de reforzar y resignificar los cometidos de ese documento, aprobado en la XVI Cumbre Iberoamericana de noviembre de 2006, en Montevideo.
En aquella ocasión, 16 jefes de Estado y de gobierno, cinco vicepresidentes y tres ministros de Relaciones Exteriores de 22 países de América Latina y Europa de lengua hispana y portuguesa rubricaron el instrumento fundacional.
La Carta… es un proyecto político que sienta las bases para la estructuración de un Espacio Cultural Iberoamericano, favorece la articulación y cooperación entre los países de la región, y promociona nuestros modos de expresión, con una voz coordinada en los asuntos culturales.
Asimismo, constituye un mecanismo de impulso a la cooperación cultural tanto desde las políticas como desde actividades concretas, y un compromiso de respeto a los derechos humanos, culturales, y comunidades culturas tradicionales, afrodescendientes, indígenas y migrantes.
A la par, sirve para relacionar a la cultura con otros ámbitos del desarrollo, como la educación y la salud, entre otros sectores.
Las jornadas por la primera década de la carta se celebraron con actividades académicas, políticas y culturales, y el panel "A 10 años de la Carta Cultural Iberoamericana: Proceso y consolidación del espacio cultural iberoamericano y su inserción en el contexto multilateral".
Como parte de la conmemoración, el Ministerio de Relaciones Exteriores inauguró la muestra de la Red de Archivos Diplomáticos Iberoamericanos, que contó con la presencia del canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa.
La jornada incluyó una gala cultural, una muestra de cine iberoamericano y diversidad lingüística, y el Seminario Internacional Gonzalo Carámbula de Gestión Cultural.
VIGENCIA Y TRASCENDENCIA DE LA CARTA CULTURAL IBEROAMERICANA
Para el especialista español en derechos culturales, Jesús Prieto de Pedro, el surgimiento de la carta no fue coyuntural porque está "bien viva y es una planta que tenemos que regar y atender más" y constituye "un instrumento marco" para las políticas públicas de la región.
De Pedro valoró que esta entronca claramente con la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la Unesco, y estimó que a su juicio, es "un instrumento de integración regional", y una declaración que tiene "cierta seguridad jurídica".
El abogado español expresó que las constituciones latinoamericanas son las más avanzadas del mundo en sus programas culturales y destacó que América Latina es un continente que "ha tenido un pensamiento denso, amplio y extenso".
Mencionó en ese sentido, a figuras como José Martí, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José Enrique Rodó, Rubén Darío, entre otros muchos, que hablaron de lo mismo con distintas maneras de interpretación, pero "estaban pensando en la gran patria cultural, también política, pero cultural".
América Latina, subrayó, tiene una voluntad de integración como no la tiene ninguna otra región en el mundo y "creo que su camino propio debería ser, sin postergar las otras, impulsar de manera fundamental la integración cultural".
El mexicano Enrique Vargas destacó que la carta propició nuevos códigos para la integración cultural de la región y señaló que en la última década se sumaron 15 proyectos de desarrollo cultural con una inversión de más de 170 millones de dólares.
Para el poeta, escritor y ensayista uruguayo Hugo Achugar, la carta es un instrumento que "todos los ciudadanos deben conocer" y afirmó que la participación de la ciudadanía es "fundamental para el desarrollo de la Cultura en el espacio iberoamericano".
A 10 años de la aprobación de este documento, dijo el también investigador, el desafío es hoy "implementar políticas culturales que promocionen el desarrollo cultural de nuestros países".
VISIÓN DESDE LA UNESCO
Interrogado por Prensa Latina, Frédéric Vacheron, especialista del Programa de Cultura para el Cono Sur de la Unesco, significó que la carta contextualiza y aterriza los principios de la Convención de 2005 en el espacio Iberoamericano.
Esta es, subrayó, uno de los instrumentos más útiles que permiten que "los principios de la Convención de la Unesco" tengan una real aplicación en los países Iberoamericanos.
Vacheron manifestó que un logro importante alcanzado el pasado año fue que la Cultura se integró en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y en eso, enfatizó, tuvo mucho que ver la convención y la carta.
Estos dos documentos, opinó, fueron "seguramente impulsores" para que a nivel internacional la cultura forme parte de las prioridades de la cooperación internacional, lo cual "no existía antes", acotó.
Si bien la Unesco está trabajando la diversidad cultural desde 1946, expresó Vacheron, siempre hubo "una gran dificultad" de hacer entender esa definición profunda de la Cultura como un "proyecto de la humanidad diferente de lo que se había visto al principio".
Sabemos que la Cultura ha sido marginada desde hace demasiado tiempo en la historia de las relaciones internacionales, donde estaban totalmente ausentes de los objetivos de Desarrollo del Milenio y vemos que hoy, opinó, la situación "ha cambiado profundamente".
El experto francés recordó que proteger y defender la diversidad cultural no es solo una cuestión cultural, sino "un imperativo de ciudadanía" que hay que valorizar mucho.
La Cultura no puede seguir siendo como se dice "un suplemento del alma" porque es la base de los valores y de la dignidad humana, encomió.
Reflexionó que hoy vemos cómo en muchas regiones, en especial en el Medio Oriente, el extremismo violento toma a la diversidad cultural como un objetivo de ataque y "no es una casualidad".
Somos testigos, aseveró, de un fenómeno de limpieza cultural sin precedentes en la historia cuando "personas son perseguidas por motivos culturales, religiosos o espirituales".
Consideró que se trata de borrar tradiciones culturales y del patrimonio cultural ya sea tangible o intangible, y no como un acto clásico de guerra, "sino como parte de una voluntad de esa gente de aniquilar símbolos de libertad y pensamiento".
El representante de la Unesco manifestó que la diversidad cultural no tiene hoy como único enemigo la guerra, sino también los modelos de desarrollo sin sostenibilidad, donde todavía se cuestiona "la necesidad de tener una sostenibilidad ambiental y cultural".
Amenazan también la diversidad cultural el monopolio de los medios de comunicación y de las redes sociales, que son una amenaza grave a la diversidad cultural, por eso -remarcó- la "carta y la convención son herramientas para contrarrestar esa situación".
Esos documentos frente a las amenazas "son respuestas claves" y tenemos que fomentar la creatividad y "apoyar a los artistas como una fuerza de resilencia y de desarrollo", expresó.
LA DECLARACIÓN FINAL
Los representantes del sector cultural de Iberoamérica renovaron el compromiso como signatarios de un nuevo documento que reafirmó la vigencia de la carta y que llamaron Declaración de Montevideo.
En la misma destacaron el papel de la cultura como portadora de valores comunes y ratificaron el compromiso con la diversidad cultural y lingüística para el desarrollo, la defensa de la multiplicidad de identidades nacionales y la protección de los Derechos Culturales "como derecho humano" en la región.
La declaración instó a los países iberoamericanos a promover políticas públicas que posibiliten una mayor participación de sectores desfavorecidos de la población, en particular de los pueblos originarios, indígenas y afrodescendientes.
Recomendó avanzar en la "incorporación y el reconocimiento plenos" de la perspectiva de género en las políticas y acciones culturales, así como "la defensa y práctica del derecho al acceso de la población a la cultura".
Asimismo, reafirmó la responsabilidad de los Estados, las instituciones y los ciudadanos en la aplicación de políticas culturales que promuevan la diversidad cultural, la creatividad y la protección del patrimonio para las venideras décadas.
Los firmantes también instaron a la promoción y difusión del conocimiento y la práctica de los principios y fines de la Carta Cultural, en los sistemas educativos y de formación de los países iberoamericanos.
*Corresponsal de Prensa Latina en Uruguay.