Donald Trump está integrando un gabinete ultraderechista que ha generado diversas opiniones e inquietudes entre la colectividad mundial.
Lógicamente, él tiene todo el derecho de elegir a las personas que entiende deben acompañarlo en la gestión gubernamental que asumirá el 20 de enero del 2017.
La economía, salud e inmigración serán las tres principales metas del nuevo gobierno de Estados Unidos.
¿Y qué del perfil político y táctico en sus relaciones con la comunidad mundial?
La República Popular de China y la propia Rusia representan dos referentes fundamentales e imprescindibles en el equilibrio de las relaciones estadounidenses con el mundo exterior.
China, es la segunda economía más importante del planeta y Rusia, que ha ido consolidando su ritmo económico es una potencia militar que no puede ser subestimada.
El propio presidente Barack Obama ha dicho públicamente que Trump debe medir inteligentemente las relaciones que promoverá con el gobierno de Vladimir Putin.
Mientras el presidente electo estadounidense tiene entre sus acciones principales los muros, los dirigentes chinos hablan de construir puentes y de profundizar sus relaciones con América Latina.
Hay un ambiente inquietante entre la colectividad internacional, atenta a los acontecimientos que generará la presidencia del señor Donald Trump, evidenciando un imperativo el acercamiento y solidaridad entre las economías emergentes y débiles.
El mercado del Asia del Pacífico es importante para Estados Unidos que no se precipitará a perderlo ante una eventual “metida de pata” en el ámbito político-administrativo de Trump, lo que de inmediato seria aprovechado tanto por la República Popular de China o por los países que conforman la Unión Europea.
No sólo preocupa hacia dónde se enfocan sus primeras iniciativas que impulsará en el interior de la sociedad estadounidense, sino por igual el tipo de vínculos que auspiciará con las demás naciones.
Si Donald Trump, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, a partir de enero, aplica finalmente su visión política de “América para los americanos”, a los pueblos del mundo no les quedará otro camino que trillar por rumbos de unificación e integración de los diversos tratados y sistemas económicos suscritos hace varios años.
Latinoamérica
La mayoría de los gobernantes latinoamericanos ya se han puesto donde el capitán los vea, remitiendo mensajes protocolares de felicitación al presidente electo de Estados Unidos por su reciente victoria.
Sin embargo, será en la Octava Cumbre de las Américas a efectuarse en el 2018, en Perú, donde el nuevo mandatario estadounidense entrará en contacto directo con los líderes de la región.
El presidente saliente Barack Obama estuvo en la anterior Cumbre realizada en Ciudad de Panamá, los días 9,10 y 11 de abril del 2015, en la que intervinieron los 35 países del Hemisferio Occidental.
Particularmente, la región de América Latina está compelida a unirse en objetivos estratégicos en los ámbitos económicos y políticos que garanticen su supervivencia ante una coyuntura que cambiará el pulso de la historia en las relaciones con Estados Unidos.
Pero también, abrirá otros espacios divisionistas a juzgar por el papel que vienen asumiendo los gobiernos ultraderechistas de Argentina y Brasil que ya han demostrado fehacientemente que no les interesa nada que huela a propuestas liberales que intentan sacar de la miseria a millones de latinoamericanos.
Ambas naciones suramericanas están sumidas en profundas crisis a partir de las medidas impopulares establecidas, entre ellas, reducción de salarios y eliminación de compensaciones sociales y laborales dispuestas por el presidente argentino, Mauricio Macris y el golpista brasileño Michel Temer, que han provocado movilizaciones y protestas de sindicalistas y grupos de la sociedad civil.
Ni el Mercosur ni el Alba les interesa a quienes gobiernan ahora a Brasil, Paraguay y Argentina, países que han pactado para confrontar abiertamente con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
¿Y qué de Cuba? Los líderes cubanos escucharon solicitud del Papa Francisco y el Vaticano, con quien mantienen excelentes relaciones y liberaron recientemente a más de setecientos presos por razones humanitarias.
El neoliberalismo ultraderechista busca ampliar sus tentáculos en la región y ahora tendrá el oxígeno y aliento de Trump dirigiendo los destinos de la primera potencia mundial.
¿Estaremos en la antesala de la nueva etapa de dominación del capitalismo moderno y visión política de la ultraderecha mundial? ¿O no es acaso, la decadencia de un sistema que no ha podido ni siquiera detener el acelerado péndulo de la pobreza y desigualdad social en un mundo cada vez más injusto, excluyente e individualizado?
¿Por qué hay más de 47 millones de pobres en la meca del capitalismo mundial?
Gabinete Ultraderechista
La primera señal del perfil político e ideológico que caracterizará al gobierno de Trump, es el plantel de influyentes figuras de la ultraderecha estadounidense a la cabeza de ellos, Steve Bannon, quien fungirá de principal estratega y máximo asesor.
Este señor fue jefe de campaña de Trump y desde su sitio de noticias Breitbart News se dedicó sistemáticamente a detractar a los inmigrantes acusándolos de todo tipo de bellaquerías.
Ello indica que el liderazgo mundial tendrá que hilar fino y esperar las primeras medidas que desde el poder implementará el presidente electo norteamericano.
En noviembre del 2005, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, tuvo que escuchar frente a frente las duras críticas a las políticas proteccionistas y neoliberales impulsadas por Washington de parte de los fallecidos presidentes de Venezuela, Hugo Chávez Frías y de Argentina, Néstor Kirchner.
Ambos líderes latinoamericanos al hablar en la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata, Argentina, coincidieron en rechazar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) promovido por Estados Unidos porque sólo servía para incrementar el proteccionismo y fortalecer las grandes empresas transnacionales en perjuicio de las economías de los países subdesarrollados.
El síndrome Trump parece que continuará expandiéndose en el mundo a juzgar por el planteamiento del primer ministro francés, Manuel Valls, quien dijo temer que la líder del Frente Nacional de la extrema derecha de Francia, Marine Le Pen, alcance el poder en los comicios presidenciales del 2017.
De una cosa debemos estar confiados, y es que Hitler no podrá ser reeditado porque transitamos el siglo 21, donde la capacidad e influencia de las redes sociales son capaces de provocar severas grietas hasta en el Muro de los Lamentos.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Viernes, 18 de noviembre del 2016