Lo que ha evidenciado la prueba de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aplicada por primera vez a la educación preuniversitaria dominicana, es que el giro que se ha dado a ese sector a partir del 2013, era inaplazable.
Los tests aplicados a una muestra representativa de estudiantes de 15 años, no evaluaban el resultado de la inversión del 4% del PIB en la educación, porque los examinados ingresaron ocho años antes, pero si auscultara ese aspecto no habría que ilusionarse con resultados distintos, porque se trata de una siembra que fructifica al largo plazo.
Un sistema que acusa deficiencias en varios aspectos, tiene que ir presentando cambios graduales, porque es imposible cambiarlo todo a la vez. Si además de mala calidad de la enseñanza había un gran déficit de aulas y las existente acusaban un patético deterioro, pero si además había un altísimo porcentaje de deserción y un tiempo real de docencia que no excedía de dos horas y media, esas soluciones tenían que abordarse en una orden de prioridad, pero partamos de que tenían razón lo que dicen que el énfasis debió ser puesto en la calidad de la enseñanza.
Y entonces algunas preguntas ¿calidad de la enseñanza en aulas destartaladas con los propios estudiantes llevando desde sus casas la silla o el block para sentarse? ¿Calidad sin poder acoger buena parte de la población en edad escolar por falta de cupo o sin poner en práctica la tanda extendida porque el déficit obligaba a usar las mismas aulas de mañana, tarde y noche? ¿Calidad de enseñanza con estudiantes desnutridos y con maestros sumidos en jornadas tan extenuantes que no tenían tiempo de preparar sus programas de clases?
La fe no está en los templos, pero sin duda alguna ese espacio geográfico la referencia y fortalece. Que el escenario de la escuela dominicana sean miles de aulas nuevas y confortables, y que sus concurrentes hallen en ella lo que muchos no tienen seguro en la propia casas: desayuno, comida y merienda, es un ambiente apropiado para una reforma curricular basada en competencias, mientras que los recursos que se van liberando del capítulo de infraestructura podrían estar cada vez más concentrados en la elevación de la calidad de la carrera docente, lo que no se consigue sin las mejoras sustanciales en los ingresos y calidad de vida de los profesionales de la educación.
El sistema podrá ser medido en su justo desempeño cuando egresen los primeros bachilleres que se iniciaron en los centros de atención integral a la primera infancia, porque una de las cosas que está logrando la reforma es que desde 0 a cinco años el niño empiece a manejar sociabilidad, conceptos y conocimientos, de los que no disponían porque su primer contacto con el sistema educativo se producía de seis a siete años, ya con lagunas irrecuperables.
Con razón la prueba Pisa está marcando siete años de retraso educativo de los estudiantes de 15 años dominicanos que fueron evaluados con respecto a los de Singapur, que alcanzó el primer lugar.
Con lo que ha empezado a ocurrir en la República Dominicana y de los que son ya beneficiarios más de cien mil niños entre los que están en las estancias del Estado y los de entidades de servicio social, se irá superando un alto grado de inequidad que permite a los más pobres algo que solo era factible para familias acomodadas.