Cuando empiezo a escribir este artículo se están cumpliendo dos años de la masacre terrorista de París ocurrida el 7 de enero de 2015 en el local de la revista Charlie Hebdo.
En ese momento también leí declaraciones del Jefe de la Policía Nacional Italiana advirtiendo que ahora o después el llamado ISIS o Estado islámico golpeará también en Italia.
Italia es un país con fuerzas de seguridad bien entrenadas y con experiencia en la lucha antiterrorista.
En mi primer viaje a Italia en octubre de 1980 pasé por la estación de trenes de Bolonia y ya ni rastro había de la explosión de una bomba terrorista que dos meses antes había costado la vida a más de noventa personas.
Dos años antes, en 1978, fue secuestrado y asesinado el primer ministro Aldo Moro por las Brigadas Rojas, y unos dominicanos en otro caso habían estado presos por sospecha de intento de secuestro en Italia entre los años 1974 y 1975.
La memoria es útil en estos tiempos de la post-verdad, como se llama ahora a esta fase de la vida de occidente en que a la gente se le quiere convencer de que todo es fruto de una conciencia afectiva y subjetiva.
El crimen del Charlie Hebdo también nos debe poner a pensar a los dominicanos debido a que:
1ro. Una mujer cómplice de la masacre al medio periodístico de París aún está prófuga y ella junto a su cónyuge terrorista una vez estuvieron en la República Dominicana. El marido murió cometiendo otro acto terrorista.
2. Las agresiones indiscriminadas a gente inocente a tiros de desquiciados o terroristas ya tienen precedentes recientemente en muchas partes, incluso ya entre nosotros (los hechos de la Banda Percival).
Para los que no recuerdan, pero principalmente para los que no habían aún nacido, debemos destacar en este aniversario del crimen de París que la República Dominicana también ha sufrido los efectos del fanatismo político terrorista.
Ejemplos más notables fueron en 1970 el secuestro del Coronel de la Embajada de los Estados Unidos Donald Joseph Crowley, durante el primer cuatrenio del presidente Joaquin Balaguer, y en 1980 el rapto de los empresarios Pepin Corripio y José Miguel Bonetti Guerra, durante el gobierno de Don Antonio Guzmán.
Esos casos, algunos de los más impactantes de entonces, deben ponernos a pensar cuando hemos visto la nueva modalidad de acción terrorista delincuencial con complicidades de militares y policías que ha tenido lugar recientemente en el país.
Pero lo que más preocupa es que celebrados y premiados comunicadores tanto ayer como hoy persistan en desorientar al pueblo dominicano sobre los hechos del presente y del ayer.
Juan Bosch trazó claramente su rechazo a todos aquellos que en la era del llamado terrorismo político antibalaguerista pretendieron justificar aquellos métodos para la conquista del poder.
En el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, luchó contra ellos. Desde el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, los combatió.
Sus remanentes están ahora apertrechados en ciertas tendencias a las que se les hace imposible ocultar sus complicidades.
No nos creamos que estamos ajenos a lo que ocurre en todo el mundo, y preparémonos para los cambios y conmociones definitorias que se advierten llegar.
Los terroristas tienen hábitos irrenunciables.
Roma, 7 de enero 2017