De la legendaria Guadalajara a la alucinante Tequila; de Tequila al exuberante Puerto Vallarta; de Puerto Vallarta al memorioso Querétaro; de Querétaro a la infinitud de Ciudad de México. Y, después, en el norte brutal: de Ladera Ranch, California, a Denver, Colorado, polos de la larga y ancha mexicanada (legal o ilegal, pero siempre auténtica); y todavía más, hasta Miami, donde no se habla inglés, en América del Norte, ahora con más fuerza por Trump y su banda, se oye un grito repetido a millones y millones de voces durante más de cien años de iracunda historia: “¡Viva México, cabrones!” (Me consta. De allá vengo).