Un partido tiene como objetivo fundamental alcanzar el poder, que puede ser por vía democrática, elecciones, una revolución o golpe de Estado, para producir los cambios o transformaciones de la sociedad a partir de una ideológica plasmada en un programa de gobierno.
La sociedad civil, en cambio, no tiene como finalidad llegar al poder y controlar el Estado. Pretende que las políticas públicas contribuyan al bienestar social, evitando el clientelismo y el sentido patrimonial del Estado, la corrupción, falta de transparencia y violación de la Constitución y las leyes.
El rol de los partidos y de las organizaciones profesionales, empresariales, sindicales, comunitarias, etc., es distinto. No pueden confundirse. Un partido que no quiere llegar al poder es como el coronel que no aspira a general y comandante en jefe.
En la República Dominicana los roles, partidos, sociedad civil, parecen haberse invertidos. Algunos partidos parecen ONG y algunas ONG actúan como partidos. ¡Y no puede ser!
Los partidos no deben permitir que la sociedad civil los desplace o sustituyan en las acciones que por naturaleza les competen, verbigracia, la organización de la gente en estructuras con fines estrictamente políticas, denuncias, propuestas y protestas diversas como las movilizaciones, paros y hasta huelgas.
Si un partido, cual quesea, no juega su papel político, no tiene razón de ser.
Las ONG no participan en las elecciones, no conspiran, no hacen huelgas, no tiran piedras ni queman gomas, no llaman a la desobediencia civil no fraguan golpes de Estado, ni hacen revolución aunque de alguna manera participen o se opongan a ellas.
La mayoría de las iniciativas, como las denuncias de corrupción, fraudes, violaciones de los derechos humanos, muertes extrajudiciales a manos de la policía, violación de la Constitución, etc., las está realizando la sociedad civil, no los partidos.
Ocurre muchas veces que los partidos se escudan detrás de la sociedad civil en las denuncias y demandas, con lo cual pierden liderazgo y calidad moral.
Un partido es un partido, una ONG es una ONG.
Un partido político es una “asociación que expresa y defiende los intereses de determinadas clases o capas sociales (…) Dirige su lucha, sobre todo encaminada a dirigir o conquistar el poder, la dirección de la sociedad en general”, dice el diccionario de ciencia política de Andrés Serra Rojas.
“El término “sociedad civil”, como concepto de la ciencia social, designa a la diversidad de personas que, con categoría de ciudadanos y generalmente de manera colectiva, actúan para tomar decisiones en el ámbito público que consideran a todo individuo que se halla fuera de las estructuras gubernamentales”, dice Wikipedia, la enciclopedia libre.
Siento, por ejemplo, que el Partido Revolucionario Moderno, la principal fuerza opositora, en ocasiones pierde el rumbo y no se comporta como un partido revolucionario y moderno, con una táctica y una estrategia claramente definidas. Su papel de oposición se pierde en la bruma social y se empantana perdiendo de vista su objetivo fundamental que es desplazar del poder a la maquinaria económica, electoral y corrupta más poderosa que jamás se haya conocido en el país. El PRM suele ocultarse detrás de la sociedad civil.
En vez de ser vanguardia se convierte en retaguardia; se atemoriza o se confunde en su papel de adversario político del oficialismo lo cual le impide convertirse en el principal referente político de la sociedad.
No nos confundamos: Sociedad civil es una cosa y partido político otra.
¡Zapatero a su zapato!