Es lamentable que la vorágine actual de la República Dominicana haya devorado la trascendencia del discurso del presidente Danilo Medina durante la recién pasada cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños celebrada en nuestro país.
Inclusive los propios medios de comunicación fueron tímidos en la difusión de ese discurso, por no decir de la propia cumbre, con la cual la República Dominicana cesó en la presidente pro témpore de la organización regional.
Algunos medios se ocuparon más de cuestionar el porqué de la celebración del evento en Punta Cana existiendo un majestuoso Centro de Convenciones en la Cancillería, en cuya construcción se invirtieron más de 400 millones de pesos.
Arriba de estos detalles estuvo la importancia, contundencia y sentido de oportunidad del discurso del jefe del Estado, uno de cuyos aspectos más impactantes encuentra justificación absoluta en las políticas segregacionistas que muy temprano ha empezado a poner en marcha la nueva administración de los Estados Unidos encabezada por Donald Trump, para quien, evidentemente, los demás países no pasan de ser el resto del mundo.
Frente a la embestida que el nuevo gobernante estadounidense ha iniciado en aspectos tan cruciales como el comercio y la inmigración, se impone, como lo dijo el presidente dominicano, variar el curso de acción de nuestros países.
Sobre el proteccionismo de Estados Unidos, que ahora exacerba el señor Trump, el presidente Medina lo dramatizó de esta manera: "Por ejemplo, para los próximos cinco años, Estados Unidos empleará 97,800 millones de dólares en promedio anual, para apoyar su sector agropecuario y por su parte, la Unión Europea en su política de subsidio plurianual para el período 2014-2020, dedica otros 408 mil millones de euros para subsidiar a su sector agropecuario".
Para matizar como advertencia para nuestra región: “No podemos seguir buscando fuera de nuestra región ni culpables ni salvadores. Es hora de buscar soluciones latinoamericanas y caribeñas a problemas latinoamericanos y caribeños”.
Es decir, que el jefe del Estado dominicano está consciente de la necesidad de que, empezando por nuestro país, tengamos presente de que nadie vendrá de fuera a resolver nuestros problemas y que nada ganamos con echar la culpa a quienes ni siquiera se enterarán de que los consideramos de alguna manera responsable.
Una de nuestras tragedias ha sido siempre que por el pesimismo que se hizo norma en el pasado y que de alguna manera aún persiste en ciertos sectores, pensamos que por mirar hacia quien culpar ya los problemas quedaban solucionados. Craso error.