A ese auspiciador de la reelección de Jones, el mismo que una vez Hipólito Mejía lo bautizó como un traidorcito consuetudinario por ser una veleta política que el viento del oportunismo lo lleva a donde puedan estar sus intereses, deben de frenarlo.
Por Luis Aníbal Medrano S.
Halagüeñas las declaraciones de los máximos exponentes del perremeismo. Los dos movilizadores de masas están desplazándose por puntos específicos de la geografía dominicana, ojala lo hicieran en el exterior también, para expresar a viva voz lo que será el camino a transitar de la principal fuerza opositora dominicana.
Rafael Hipólito Mejía Domínguez y Luis Rodolfo Abinader Corona, junto a la Dirección Nacional del Partido Revolucionario Moderno (PRM), promueven la unidad partidaria, aseguran que esa unidad está sellada de manera monolítica, según sus palabras. Que bien que sea así!
Eso es lo que quieren las bases del partido del dedo pulgar aprobatorio, unidad monolítica, sin irrespeto, ni zancadillas, discriminación, favoritismo, exclusión, perversidad, comercio, traición y mucho menos título de propiedad de la organización que surgió para diferenciarnos.
En ese sentido, somos de los que creo que esa unidad requiere de complementos insoslayables que deben acompáñala de manera permanente para que se solidifique y permita estructural una entidad con verdadera vocación de poder y fundamentalmente convertible en opción real de gobierno.
Uno de esos complementos a que hacemos referencia es la disciplina. Eje fundamental para lograr metas y objetivos realizables y beneficiosos al pueblo que anhela, y así está demostrado, un cambio en la conducción del país, para obstaculizar el tránsito de ese ferrocarril de la corrupción y la impunidad que se está llevando por delante la composición real de un país democrático para erigir una dictadura sin respaldo popular.
Esa disciplina, a nuestro entender, fue requebrantada el pasado 26 de enero con la insubordinación de algunos alcaldes del PRM que se inclinaron por la permanencia del actual Secretario General de la Liga Municipal Dominicana, Johnny Jones, bajo la orientación desde una curul cibaeña que odia como el Diablo a la cruz la llegada de su archirrival municipal, Ignacio Ditrén, a ese organismo y de paso para evitar que su nominilla personal sea paralizada lo que le perjudicaría su estatus económico, mas no social porque no lo tiene.
A ese auspiciador de la reelección de Jones, el mismo que una vez Hipólito Mejía lo bautizó como un traidorcito consuetudinario por ser una veleta política que el viento del oportunismo lo lleva a donde puedan estar sus intereses, deben de frenarlo, llamarlo a capitulo pues no habrá calidad moral alguna para recriminar a cualquier compañero de la organización si a ese Sultán y sus comerciantes municipales no se le da un escarmiento por aquello de perro huevero aunque le quemen el hocico.
El Partido Revolucionario Moderno no puede perder la oportunidad histórica que el destino le está señalando para concretizar las grandes demandas nacionales y sólo puede lograrlo con una unidad real pero con disciplina.
El autor es periodista, municipalista y político residente en Nueva York.