La empresa brasileña Odebrecht está pagando caro su maniobras de sobornar funcionarios de gobiernos en América Latina, al punto que su tamaño se ha reducido a la mitad, ha tenido que despedir el 50% de sus empleados y su facturación se ha reducido a US$6.000 millones, una caída de un 50 por ciento en relación al 2014.
Es como se describe la situación en medios brasileños, que observan que a pesar de tener menos dinero entrando, la constructora colabora en el rescate de otras empresas del Grupo que están en peor situación e incluso pagó US$ 350 millones al holding.
El principal problema de la constructora es la dificultad de conseguir nuevos contratos tras el descubrimiento de la trama de corrupción en la que Odebrecht era el centro de operaciones, según lo describe el periódico http://www1.folha.uol.com.br.
Entre diciembre de 2014 y septiembre de 2016, la cartera de clientes pasó del récord de US$ 33.900 millones a US$ 21.300 millones lo que supone una disminución del 37%.
Además, más del 40% de las obras están siendo ejecutadas a un ritmo muy lento por culpa de la recesión económica en Brasil, y la crisis en Venezuela y en Angola, los tres mayores mercados de la empresa.
La expectativa de los analistas y los de los inversores es que la situación comience a mejorar a partir de este año tras el compromiso del Grupo Odebrecht de pagar US$ 1.917 millones en concepto de multas en Brasil, Estados Unidos y Suiza.
El acuerdo sellado con las autoridades americanas, no obstante, reveló otros casos de corrupción en países de América Latina. El gobierno de Perú, por ejemplo, ha decidido romper el contrato para la construcción de un gasoducto.