La votación con la que el pleno de la Junta Central Electoral aprobó la asignación de casillas a los partidos políticos con miras a los venideros comicios plantea el preámbulo de una cohabitación potencialmente tensa en ese organismo, pues existe mucha probabilidad de que un permanente 3 a 2 pudiera asentarse en la JCE.
Según mis fuentes, que no admiten ningún género de sospechas, la pasada reunión del pleno fue prolongada y difícil. Se quiso hacer valer la tradición de que los números en las casillas de la boleta habían sido asignados en función del desempeño partidario en el nivel presidencial, pero no se pudo.
En esas condiciones el número tres en la papeleta para los comicios de 2020 le habría correspondido al Partido Revolucionario Dominicano y no al Reformista Social Cristiano, en atención a que el PRD aventajó al con 0.24% al PRSC.
Los datos en nuestro poder consignan que el criterio sobre mantener al PRD en el número tres de la boleta–en base a lo que había prevalecido hasta ahora–fue sustentado por una de las dos damas titulares y por uno de los tres caballeros, mientras que los otros dos hombres se inclinaron porque se aplicara la sumatoria de los tres niveles de elección y se extrajera el promedio.
En un principio esa misma posición la mantuvo la otra titular, aunque en algún momento se sintió motivada a que se aplicara lo tradicional.
Sin embargo, finalmente inclinó la balanza para la votación tres a dos y se aprobó lo que fue divulgado por la JCE y que ha provocado que el partido blanco adelantara que recurrirá en revisión por ante la propia Junta.
Es evidente que siendo este el primer asunto más o menos conflictivo que aborda la Junta, el resultado adelanta que cuando se presenten las cuestiones verdaderamente intrincadas, va a resultar difícil armonizar, y si bien considero poco probable que se aticen pasiones hacia afuera del organismo comicial como ocurrió sistemáticamente en la pasada composición, vamos a observar una división frecuente en las decisiones cruciales.
Esta composición de la JCE, salvo una o dos excepciones, considera que no le debe su designación más que a su propio prestigio y al esfuerzo de la sociedad civil, y que, por lo tanto, sólo debe responder a esos factores y a su conciencia.
En conclusión: sin andar privando en adivinos podemos adelantar que quienes impusieron a determinados candidatos o candidatas para integrar la Junta, empezarán a darse cuenta–creo que ya se dieron cuenta–de que fallaron y que no siempre los "librepensadores" son útiles.
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