El PRD cumplió la primera parte de su misión histórica. Aún tiene una deuda pendiente con el pueblo aunque sea bajo el nombre de Partido Revolucionario Moderno.
El PLD, en cambio, no tiene méritos históricos. Porque no es un mérito degradar la política, corromper y endeudar como nunca antes la nación.
Juan Bosch fue de los fundadores del PRD en Cuba hasta convertirse en su figura más destacada y alcanzar un liderazgo único que lo llevó al gobierno en 1963 por apenas siete meses al ser derrocado por un golpe de Estado que marcó un antes y un después en la incipiente democracia dominicana.
En 1973, tres años después de haber regresado del exilio, renuncia del PRD alegando que había “cumplido su misión histórica” y por lo tanto no tenía razón de existir. Funda entonces el PLD, que 23 años después llega al poder tras un pacto con Joaquín Balaguer, hasta entonces su principal adversario político, comenzando así su derrumbe ético moral.
Digamos que el PRD tuvo una misión histórica y que la cumplió en una primera parte al enfrentar a los esbirros de Trujillo y traer al país los cimientos de la justicia y la libertad con el primer gobierno democrático en muchos años, que desafió a los golpistas, conspiró contra el Triunvirato y encabezó una revolución cívico-militar que luego se transformó en guerra Patria.
Tras la derrota de la revolución el PRD pagó un precio muy alto, junto a las organizaciones izquierda por enfrentar las tropas mercenarias que nos invadieron. Cientos de hombres y mujeres cayeron abatidos, apresados, torturados o enviados al exilio. Balaguer encabezó una dictadura de 12 años cuya misión era la de exterminar a los revolucionarios.
En 1974 ya Bosch no estaba en el PRD. Había fundado el PLD. Conducido por Peña Gómez, un “astro con luz propia” el PRD vuelve al gobierno con don Antonio Guzmán como presidente, a pesar del fraude electoral, de las bayonetas de los guardias, de arrebatarle 4 senadores para quitarle el control de la justicia, y de la negativa del propio Bosch a reconocer el triunfo blanco.
El de don Antonio Guzmán y el PRD del 74 ha sido uno de los gobiernos más legítimo y democrático que na tenido el país: Despolitizó las Fuerzas Armadas y la Policía, prohibió las leyes anticomunistas, puso en libertad a los presos políticos y permitió el regreso de los exiliados, terminando así la persecución política. Mejoró la vida de los dominicanos y fortaleció las instituciones.
El PRD, hasta que fue virtualmente destruido por el PLD comprando las siglas junto con su presidente Miguel Vargas y un grupo de traidores más, jugó un rol trascendental. A pesar de sus errores, por los cuales también ha pagado un precio muy alto, la historia de la democracia dominicana, con todos sus defectos, no puede escribirse sin el PRD de Peña Gómez.
El PLD no tiene una historia de gloria y sacrificio, de aportes importantes a la democracia, a la libertad y la justicia; no tiene mártires, ni héroes; al contrario, el PLD ha hecho retroceder la democracia y la institucionalidad del país mientras sus principales dirigentes se enriquecieron con el dinero del pueblo.
El PLD abrazó el pensamiento y el estilo de gobernar de Joaquín Balaguer; se hizo conservador degradándose a tal punto que Leonel Fernández, negando a Bosch, se convirtió en “Vinchista” (Seguidor de Vincho Castillo, un personaje oscuro que siempre será de triste recordación).
El PLD es el partido más corrupto de la historia, el que más ha endeudado la República vulnerando todos los principios éticos y morales de la política hasta convertirse en una retranca para el desarrollo material y espiritual del pueblo.
Es una pena decirlo, pero el PLD es lo peor que le ha sucedido al país en los últimos 66 años. El PLD nunca tuvo una misión histórica. Y si la tuvo murió con Juan Bosch; por lo tanto debe desaparecer. Y mientras más rápido, ¡mejor para que no haga más daño del que ya ha hecho!