Estos organismos son extraordinarios, pues no están muy relacionados con nada en las bases de datos genéticos conocidos, señaló Penélope Boston, nueva directora del Instituto de Astrobiología de la Administración estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA).
Washington, 20 feb (PL) Científicos de la NASA revivieron microbios que permanecieron inactivos durante miles de años en los famosos cristales gigantes de yeso en las cuevas de la montaña de Naica, en México, anunció hoy la agencia espacial estadounidense.
De acuerdo con los expertos, es probable que los organismos hayan permanecido encerrados en ese entorno durante 10 mil años, y posiblemente hasta 50 mil años; es otra demostración de la capacidad de la vida para adaptarse y hacer frente a los ambientes más hostiles.
Estos organismos son extraordinarios, pues no están muy relacionados con nada en las bases de datos genéticos conocidos, señaló Penélope Boston, nueva directora del Instituto de Astrobiología de la Administración estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA).
Descubiertas por los mineros que buscaban plata y otros metales hace 100 años, las cuevas profundamente enterradas de Naica son de interés clave para los científicos fascinados por los extremófilos: microbios que pueden prosperar en condiciones aparentemente imposibles.
El ambiente es caliente (40-60 grados celsius), húmedo y ácido; sin luz en la profundidad, cualquier forma de vida debe hacer quimiosíntesis para sobrevivir, es decir, derivar la energía necesaria para sostenerse por el procesamiento de minerales de roca.
Los investigadores habían identificado los microbios que vivían en las paredes de las cuevas, pero aislarlas desde el interior de los cristales de metros de largo es una sorpresa.
Esas grandes agujas de yeso han crecido a lo largo de millones de años, y en algunos lugares de su estructura tienen defectos, pequeños huecos donde los fluidos se recogen y acumulan.
Utilizando herramientas estériles, Boston y sus colegas abrieron esas inclusiones y tomaron muestras de su contenido.
No sólo detectaron la presencia de bacterias y arqueas, sino que también pudieron reanimar esos organismos en el laboratorio.