El estudio, realizado por investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid, relaciona el impacto de la crisis económica con el cambio en las actitudes frente a la inmigración en una veintena de países europeos
Existe una correlación directa entre la situación económica nacional y las características de los trabajos de los ciudadanos europeos y sus actitudes frente a la inmigración. Es una de las conclusiones de un estudio publicado en Socio-Economic Review por el sociólogo Javier Polavieja, profesor del departamento de Ciencias Sociales y Catedrático Banco Santander de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), basándose en datos individuales y agregados provenientes de la Encuesta Social Europea, Eurostat y la OCDE.
En el plano macroeconómico, la investigación analiza el impacto de la crisis en las actitudes de los europeos frente a la inmigración. Para ello, el estudio estima la relación entre la caída del PIB y el cambio en las actitudes frente a la inmigración en una veintena de países europeos.
A partir de esos datos, se observa, en primer lugar, que la intensidad de la recesión influye de manera muy significativa sobre el aumento de las posturas contra la inmigración en Europa. “Allí donde la recesión fue más severa es dónde aumentaron más las actitudes anti-inmigración, mientras que en los países donde la caída del PIB fue más moderada no se produjo ningún aumento en el rechazo a los inmigrantes”, afirma Polavieja. En segundo lugar, esta investigación demuestra que “los países que habían experimentado un crecimiento mayor en la tasa de inmigración antes de la crisis, son los países donde las actitudes anti-inmigración se acrecentaron de manera más marcada en la recesión”, según Polavieja.
Características de los trabajos y su incidencia en las actitudes frente a la inmigración
Por otra parte, en el ámbito microeconómico, el estudio analiza tres características de los empleos que inciden en las actitudes frente a la inmigración. Estas características son: el grado de formación específica (o formación en el puesto de trabajo) que requiere cada ocupación; los costes de monitorización o, dicho de otro modo, cuán sencillo es para el empleador medir la productividad del trabajador; y, por último, el peso relativo que tienen las tareas comunicativas frente a las manuales en cada ocupación. Estas tres dimensiones han sido seleccionadas porque determinan el grado de exposición de los trabajadores a la competencia en el mercado de trabajo.
Utilizando una muestra representativa de aproximadamente 35.000 empleados europeos, el estudio concluye que estas tres dimensiones están asociadas con las posiciones frente a la inmigración, de manera que aquellos trabajadores más resguardados de la competencia muestran actitudes más favorables a la inmigración y aquellos más expuestos a la competencia tienen actitudes más desfavorables, y esto con independencia de su nivel educativo, su ideología política o su grado de religiosidad, entre otra serie de controles actitudinales, psicológicos y sociodemográficos.
Este es un hallazgo muy relevante porque sugiere que las actitudes frente a la inmigración tienen bases micro-económicas objetivas que están relacionadas con el grado de exposición a la competencia laboral. “Existen muchos estudios sobre las actitudes frente a la inmigración, pero muy pocos han logrado identificar de manera precisa las bases microeconómicas del rechazo a la inmigración”, concluye Polavieja.
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