Las redes sociales fueron implacables con el discurso del presidente Danilo Medina.
Miles de comentarios de toda índole: irónicos, burlones, satíricos, etc. Fotos con la imagen del mandatario desdibujada. ¡Impresionante! Las bocinas del gobierno no han podido frenar el aluvión de críticas al discurso de rendición de cuentas, ni podrán por mucho que griten y ladren.
“Danilandia”, el país de las maravillas que Danilo tiene en su cabeza cada 27 de Febrero no fue del agrado de la mayoría de los dominicanos.
Al parecer la gente se sintió burlada nuevamente por un presidente que habla poco, y cuando lo hace, es impreciso o miente, promete, pero no cumple, amaga, pero no da. Como en otras ocasiones no logró convencer a las grandes mayorías. No en vano su popularidad ha bajado más de 20 puntos en los últimos dos meses.
El ministro de la presidencia José Ramón Peralta informó con tiempo suficiente que el presidente se referiría al expediente de corrupción que involucra a la empresa Odebrecht en el país por otorgar sobornos, según admitió, por más de 92 millones de dólares a funcionarios y legisladores desde el 2001 hasta la fecha, sin calcular los beneficios logrados a través de la sobrevaluación de las obras que ha construido en ese tiempo por miles de millones de dólares.
El propio Peralta dijo, el 23 de enero luego de la extraordinaria marcha verde en contra de la corrupción y la impunidad donde participaron miles de ciudadanos indignados, que “cuando el pueblo habla el gobierno escucha”. (El gobierno no escucha, se burla del pueblo como acaba de hacerlo Danilo)
Para provocar mayores expectativas el presidente dijo que sería al final de su larguísimo discurso cuando abordaría el tema, obligando a los ilusos ciudadanos a escuchar sus palabras hasta ese instante. Que tedioso.
¡Uf!
A la población no le interesaba ningún otro tema que no fuera Odebrecht. Todo lo anterior pudo habérselo evitado.
En mi artículo del domingo advertí que Danilo no llenaría las expectativas que el pueblo se había forjado sobre el tema Odebrecht debido a sus compromisos con esa empresa y con los principales líderes del Partido de los Trabajadores de Brasil.
En ese trabajo le sugerí al mandatario que respondiera en su discurso las siguientes preguntas: ¿Financió Odebrecht sus campañas electorales como parece? ¿Quién trajo a Joao Santana como jefe de su campaña? ¿Quién lo recomendó? ¿Odebrecht? ¿Lula? ¿Marcelo Odebrecht? ¿Hubo fraude en la licitación de Punta Catalina? ¿Por qué la obra no se hizo en Azua como se había determinado y se trasladó a Peravia, Baní? ¿Para favorecer a los Vicini como se dice? ¿Es verdad que hay sobrevaluación superior a los mil millones de dólares en las plantas a carbón? ¿Por qué a carbón y no a gas? ¿Quiénes fueron los funcionarios y legisladores que recibieron los 92 millones en sobornos? ¿Serán revelados sus nombres no importa las funciones que tengan o hayan tenido en el partido y en cualquiera de los gobiernos involucrados?
Ninguna de esas interrogantes fue satisfecha. Al contrario, las evasivas y escaramuzas del mandatario, como otras veces, crearon más dudas y temores. Dijo que en su gobierno no hay “Vacas Sagradas”. Yo digo que además de “vacas sagradas” hay caballos, burros, chivos, perros, gatos, arañas, amantes, bocinas, políticos, funcionarios y relacionados.
(A los hechos me remito: No hay un solo preso por corrupción durante cinco años cuyo proceso haya alcanzado el carácter de la cosa definitivamente juzgada. ¡A los hechos Presidente!)
Si yo fuera Danilo cancelaria a los que redactaron el discurso, por malo, al igual que a los asesores que le recomendaron no tratar el tema de la corrupción y la impunidad como lo esperaba la sociedad. Tomando medidas concretas como lo han hecho otros mandatarios del área, como el de Perú, por ejemplo.