El Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez puede terminar su carrera de funcionario como un charlatán, como muchos otros que han pasado por ese y otros cargos, o como un hombre ejemplar que se impuso a los intereses políticos de quienes lo designaron en el puesto, confiados en que actuaría temeroso como un pelele cualquiera. (“Persona débil o de poco carácter que se deja manejar por los demás muy fácilmente)
Puede casarse con la gloria cumpliendo su rol de Procurador General de la República como lo que ordena la Constitución en su artículo 169: “Definición y funciones. El Ministerio Público es el órgano del sistema de justicia responsable de la formulación e implementación de la política del Estado contra la criminalidad, dirige la investigación penal y ejerce la acción pública en representación de la sociedad”. Significa, que aunque sea Danilo Medina en su condición de presidente de la República quien no nombra, no responde a sus directrices ni sus mandatos. (Total, lo más que puede suceder es que lo cancelen como hizo Leonel Fernández con el entonces fiscal del Distrito Guillermo Moreno)
Muchos dudan, incluyéndome, que el joven Procurador actúe con la independencia que le atribuye la Constitución al sistema judicial, del cual el Ministerio Público es pieza fundamental. De todos modos, me gustaría darle el beneficio de la duda. Ojalá tenga los pantalones para enfrentar el monstruo (PLD y Asociados) haciendo cumplir la ley.
Refiriéndose a los que recibieron el soborno de 92 millones de dólares de Odebrecht el magistrado Rodríguez dijo: “Les digo a los corruptos que recibieron ese dinero que no celebren la decisión judicial sobre el acuerdo, porque tienen sus días contados. Los que traicionaron la confianza del pueblo recibiendo sobornos de Odebrecht van a ir a la cárcel”. ¡OJALA SEA CIERTO! ¡OJALA!
Aseguró que busca agilizar el proceso, no dilatarlo como piensan muchos, incluyéndome, para “castigar al sobornador, o sea, a Odebrecht, con la pena máxima que establece la ley, así como a los sobornados”. ¡QUE ASI SEA!
Ojalá que todos los implicados en el escándalo Odebrecht, -reitero- no importa cómo se llamen, que posición ocupen o hayan ocupado en éste o en cualquier gobierno anterior, sean sometidos a la justicia y paguen las consecuencias de sus actos bochornosos en la cárcel. (Preferiblemente en el 15 de Azua)
Ojalá sea cierto que en el gobierno y fuera del gobierno no existen ni existirán “Vagas Sagradas” y que el caso será llevado “hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga”, como dijera Danilo Medina en su discurso de “rendición de cuentos” del pasado 27 de febrero.
Confieso que no creo en las palabras del Presidente (valen menos que las de un gallero de campo) por las tantas veces que deliberadamente le ha mentido al pueblo, por lo del “tiburón podrido”, por los principios lanzados al zafacón para reelegirse. Y porque estoy convencido de que está involucrado en el escándalo a través de Joao Santana, su estratega jefe de campaña, hombre de confianza de la empresa brasileña, y porque, según Rubén Bichara, fue quien negoció las Plantas de Punta Catalina que con tanto ardor defiende.
No creo en “hasta las últimas consecuencias caiga quien caiga” porque, como dijera el genial actor y comediante mexicano Mario Moreno, Cantinflas, “nunca caen los que tienen que caer porque siempre caen los que no tienen que caer”. Ojalá esta vez no sea así, que caigan los que tienen que caer, es decir, los corruptos, los que recibieron los sobornos. Aunque parezca una contradicción, quiero darle un voto de confianza al Procurador Jean Alain Rodríguez, porque, ¡en alguien hay que creer en este país de la mierda!