Por favor, ruego encarecidamente a todo el mundo que no prendan fósforos ni siquiera en las fiestas de fuegos artificiales, porque este país huele a gas y podría estallar. Solo acechen las marchas de los próximos días (que van cambiando de verde a color de hormiga), especialmente la de Santiago es Santiago (y a los santiagueros nadie les echa vainas), para que se den cuenta de hacia dónde va la cosa. (Con razón en las últimas dos semanas el Gobierno ha bajado los precios de la gasolina, el gasoil y el gas, que bajan y suben según esté la temperatura del horno que, como digo, en estos días no está para galleticas).
Ramón ColomboSoy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.