Por Maylín Vidal, Buenos Aires, 18 mar (PL) Juan Luis Guerra trajo los sonidos, la mágica y el sabor de sus contagiosas bachatas y merengues a un repleto escenario en Buenos Aires, una velada cargada de nostalgia, en la que enamoró a miles de personas.
El Club de Gimnasia y Esgrima (GEBA) fue cómplice la víspera de una noche especial por la que aguardaban sus seguidores hacía más de tres años, desde su última presentación aquí.
Escoltado por su Grupo 4.40 -cuyo sonido en vivo suena tan perfecto que parecieras estar escuchando un disco-, el intérprete dominicano arrancó su espectáculo por todo lo alto con un puñado de esos temas que han hecho vibrar a más de tres generaciones.
Juan Luis Guerra es como esos buenos vinos, mientras más añejos mejor, y así lo demostró con una impecable voz que mantiene como en los primeros años de su carrera.
Ojalá que llueva café, Bachata en Fukuoka y dos clásicos de salsa, a ver, dijo, si se acuerdan de ellas, fueron el inicio perfecto de una velada de casi dos horas que el público no quería terminar.
'Bienvenidos todos, a cuantos les gusta la bachata, les voy a regalar una especialmente para los enamorados. Quien ama a su esposa se ama a sí mismo, expresó, para dar paso a Mi bendición.
Le siguieron Como yo, Rosalía, Si tu no bailas conmigo y El costo de la vida, cantada a todo pulmón por un público diverso, entre ellos generaciones de 20, 30, 40 años y poco más allá, que han soñado y vivo con su música.
Juan Luis te amamos, gritaban algunos seguidores mientras otros enarbolaban banderas de República Dominicana. Gracias, les dijo el ganador de 20 premios Grammy.
Momento especial e íntimo fue cuanto tocó la guitarra, cortejado por la interpretación de uno de sus músicos en el saxofón en tanto su 4.40 se lució con varios solos de sus integrantes y algunos pasitos de bailes muy singulares que regalaron a los presentes.
Guerra fue subiendo la parada con El farolito, Todo tiene su hora, pieza que da título a este tour que realiza por el continente, y continuó con otros de sus clásicos, Visa para un sueño y La guagua va en reversa e incluso pidió al público que lo acompañara en una aventura: hacer un mannequin challenge (el desafío del maniquí), tan de moda en estos tiempos en la red de redes.
El dominicano bailó e hizo bailar, sonrió varias veces y en cada número fue vitoreado y aplaudido.
Cuando el concierto estaba a todo tope le siguieron muchos éxitos más, porque la música de Juan Luis Guerra ha sido así, clásico tras clásico: El niágara en bicicleta y su infaltable Bilirrubina con la que supuestamente se despediría de un público que lo hizo regresar al escenario con un coro en masa: otra, otra, otra.
El merenguero no defraudó a los porteños y vino con más a escena para interpretar A pedir su mano’y Estrellitas y duendes.
El climax estalló con un popurrí de esas bachatas tan de todos los latinoamericanos en la que no faltaron Bachata rosa y lo que sería la guinda del pastel, Burbujas de amor. Finalmente y a pedido una vez más del público cerró con Las avispas.
Gracias Buenos Aires por regalarnos tanto cariño, escribió el cantautor minutos después de terminar el concierto en su red social en twitter. Los seguidores se fueron felices de un encuentro que esperan repetir pronto.
'Lo escuché hace muchos años en un recital y en aquella ocasión le entregué una carta a sus músicos en la que le expresaba que sus canciones sanaron mis heridas de pequeña ante la falta de mi padre, dijo a Prensa Latina una seguidora identificada como Mariel Pérez.
La mujer, de unos 40 años, llegó desde la distante Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires, y soñaba desde hace mucho con este reencuentro. Lo adoro, siempre me imaginaba cuando era chica que ese hombre amaba a mi madre y le cantaba esas canciones a ella, expresó emocionada.
Entre el público también se encontraba Cristina, una brasileña que quedó encantada. Es impresionante, me encanta su voz, su música, todo, manifestó a Prensa Latina.