Hay quienes aún no se han enterado de la trampa que han tendido los partidos estatales tras un supuesto federalismo, o lo que es lo mismo, una reforma constitucional y territorial, de nuevo impuesta de arriba abajo, que aparenta cambiar para que nada cambie. Los nacionalistas andaluces no estamos en esa historia de engaños y humos a los ciudadanos.
Eso no significa, aunque bien pudiera parecer contradictorio, renunciar, si de ese modo lo deciden en su momento los andaluces y andaluzas a un estado federal, pero desde luego, no sin el paso previo de alcanzar la independencia total y absoluta para Andalucía y, desde la misma, decidir nuestro futuro modelo federal, confederal o continuar con nuestra independencia.
Este concepto, básico para cualquier nacionalista que se precie de serlo, parece que lo olvidan muchos andalucistas que navegan por el mar de la indefinición ideológica desde hace décadas, y que, a pesar de lo ocurrido con el extinto Partido Andalucista, insisten en mantenerse en ese espacio de la tibieza que ya rechazo, de forma clara y rotunda el electorado andaluz. Indefinición política e ideológica que, entre otras, encubro al partido federalista por antonomasia que no es otro que el PSOE. Para votar federalismo andaluz, voto federalismo socialista, para la copia me quedo con el original.
Se es nacionalista o no se es, así de fácil y de simple, sin espacios grises, humos, miedos, rodeos o engaños. El nacionalismo persigue la independencia de un territorio.
El reconocimiento de una Nación en base a su cultura, historia, sociedad y un largo etcétera que la dotan del cuerpo necesario para su existencia, y si hay en el mundo una Nación que tenga todos los componentes para serlo, sin duda es Andalucía. El nacionalismo es además reconocer y perseguir los territorios históricos que nos unen por cultura y tradiciones y unificar dichos territorios en la Nación.
Conseguir la independencia es por tanto el primer y único objetivo para un nacionalista. La misma no se consigue con tesis federalistas y ni mucho menos, impuestas desde el centro o los partidos centralistas. Por tanto, no es coherente postular, como postulan los andalucistas, una confluencia de izquierdas federalista, pues ya se falla en la base misma del objetivo de la independencia. Si no se busca la independencia no se es nacionalistas.
Una confluencia andalucista de izquierdas para al final confluir con Podemos, hablemos claro y no engañemos a nadie, es una nueva traición y falta de respeto al pueblo andaluz, ese mismo pueblo que dio ya, y repito, la espalda al andalucismo tibio.
Ahora, si hablamos de una confluencia de nacionalistas andaluces en busca de nuestra independencia, nuestra república, por y para nosotros, sin ayuda ni pacto alguno con partido estatal, por muy federalista que se denomine, sería, además de deseable, necesario para despertar al pueblo andaluz, e indicarles el camino a nuestra libertad, única vía, única salida posible para sacar a nuestro pueblo de la pobreza endémica que padecemos, sin miedos, sin engaños.
Los grupos andalucistas deben abandonar de inmediato la tibieza, el espacio gris de la búsqueda del rédito electoral inmediato para unos pocos, y comenzar a pensar, ponerse a trabajar por, con y para el pueblo andaluz como único objetivo. No lograremos nada a la sombra de los partidos estatales que, al final están todos al servicio y a las órdenes de Madrid. Unidad, confluencias o mareas, sí, pero solo si es para alcanzar nuestra independencia, nuestra República andaluza… lo demás en un viaje de ida y vuelta al punto de pobreza de salida en el que estamos.
No podemos por tanto cae en el engaño de la reforma federal de España. No podemos dejarnos arrastrar por el engaño de los partidos estatales que se esconden en las actuales tesis federales. Seamos claros y rotundos. Primero nuestra independencia, nuestra República… después ya veremos que decidimos entre todos y todas los andaluces y andaluzas desde nuestra libertad.
Por Pedro Ignacio Altamirano.
Andalucía