Huso Editorial publica una obra llamada a ingresar la lista de las consideradas “novelas totales”. Ciudad Real se convierte en el lugar que toma Soto para crear un imaginario de historias individuales solo entrelazadas por el espacio y el tiempo. Novela fragmentaria y polifónica que propone una mirada en profundidad sobre la condición humana.
El premiado escritor costarricense Rodrigo Soto (Costa Rica, 1962) nos propone en su última novela, El río que me habita (Huso Editorial, Madrid, 2017), la creación de una geografía imaginaria, pero también plausible y profundamente arraigada en la experiencia americana. En el centro de esta geografía se halla el majestuoso río Grande, a cuya vera se erige, y se transforma en el devenir de los siglos, la emblemática Ciudad Real. Así, de un conjunto disperso de casas en medio del paisaje selvático de la américa tropical, Ciudad Real llegará a ser, a principios del siglo XXI, una caótica ciudad de provincias cuya vida política gravita alrededor de un enorme proyecto hidroeléctrico cuyo embalse terminará sumergiendo bajo sus aguas una parte de la ciudad.
La violencia y la ternura, la traición y la solidaridad, la lucha contra la opresión y la lucha por imponerse y dominar a otros, conviven en las páginas de este libro… Un puñado de vidas en medio de una geografía imaginaria dominada por un río, a cuya vera se construye una ciudad que se transforma en el devenir de los siglos… Por sus aspiraciones, por su ambición, El río que me habita se emparenta con las que suelen llamarse «novelas totales» —aquellas que fabulan un mundo autónomo desde su fundación—, aunque se diferencia de ellas por su carácter fragmentario y, si se quiere, polifónico: más que la geografía, más que la historia colectiva, el autor centra su mirada en un conjunto de historias individuales que apenas se entrecruzan entre sí… En ocasiones, lo legendario y lo fantástico irrumpen, trayendo ecos de las novelas clásicas latinoamericanas, aunque enseguida irrumpen otros acentos de tinte inequívocamente contemporáneo. Una obra compleja y, sin embargo, fácil de leer que propone una mirada en profundidad sobre la condición humana.
Ciudad Real es pues el punto donde confluyen todas las historias que atraviesan este libro; historias que nos hablan del amor y la solidaridad, y también de la opresión y la lucha por la emancipación. Hombres y mujeres de diferentes orígenes –indígenas, españoles, afro-antillanos, europeos, norteamericanos y, por último, asiáticos- tejen con sus vidas la historia de esta región. La rica y compleja relación entre España y América se plasma en la historia de inmigrantes y aventureros que arriban en diferentes épocas y por diferentes motivos. El nombre de Ciudad Real se instaura como caprichoso homenaje a la ciudad homónima española, en clara referencia a la importancia histórica de estos vínculos.
Rodrigo Soto estudió filosofía en la Universidad de Costa Rica, y guión cinematográfico en la Universidad Autónoma de Madrid. En 1983 publicó su primer libro de cuentos, Mitomanías , que recibió el Premio Nacional de cuento de Costa Rica. Posteriormente ha publicado varias novelas, colecciones de relatos y poemarios. Es colaborador regular en la prensa de su país. Algunos de sus cuentos han sido traducidos e incluidos en antologías internacionales. Fue becario del Agencia Española de Cooperación Internacional y de la Maison des Ecrivains Etrangers et des Traducteurs de Saint-Nazaire, Francia. Antes de “El río que me habita”, Rodrigo Soto había publicado en España tres libros; dos con Editorial Periférica (Cáceres) y uno con Editorial Zut (Cádiz). Conocido por sus relatos, con los que ha aparecido en alguna de las más prestigiosas antologías contemporáneas en castellano, también ha publicado varias novelas de gran éxito entre la crítica, como La estrategia de la araña, Mundicia o La torre abolida.