El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) no es solo el partido mayoritario, es además el partido de gobierno, el partido modélico, el partido garantía de que la democracia siga siendo el Norte del sistema político imperante; por tanto, ese partido tiene una gran responsabilidad frente a la sociedad. Es sabido que hoy en día nuestros partidos no lo son más de cuadros, ni de militantes, ni de ideologías, ni de clases, pues han escogido como modelo direccional, el modelo societario del mundo empresarial, es decir son grupos de interés económico-empresarial que operan con propósitos diferentes a los que les dieron origen. De manera que, escogido dicho modelo, son partidos de socios con sus juntas directivas y una base sumisa organizada bajo el modelo laboral donde unos tienen grandes derechos y otros tienen pequeños derechos. Es sabido que unos de los problemas que tiene el capitalismo criollo es el de que tenemos empresas familiares donde grupos oligárquicos violan todas las reglas existentes con el mero propósito de mantener privilegios. Los partidos políticos también han copiado este esquema oligárquico bajo la ley de hierro de la oligarquía.
Ya desde el siglo XIX, muchos estudiosos de los partidos políticos detectaron estas inclinaciones hacia la concentración de poder y a la creación de élites dominantes a su interior de los partidos políticos.
Es por esa razón que en el siglo XX se determinó dar un giro a los partidos políticos, se decidió que ya no serían más grupos con el objeto de tomar el poder político para instaurar ideologías o para perseguir intereses económicos grupales, se determinó otorgar a los partidos la condición de sostén del sistema democrático. Estados Unidos se llevó la palma en cuanto a corrupción en los partidos en todo el siglo XIX, pero en el siglo XX, ese país tuvo un gran desarrollo de la politología, es decir de la política como ciencia y, autores importantes, pasaron a ser no solo asesores sino diseñadores de los objetivos de los partidos políticos, ya no serían ni partidos obreros, ni de género, ni burgueses sino partidos con el objeto de llegar al poder para poner en práctica determinadas políticas públicas. Estas políticas consistían en levantamientos técnicos que hacían politólogos y otros cuentistas sociales en las que determinaban bajo los modelos de David Easton y Talcott Parsons (estudios de las demandas y de las soluciones a estas demandas cuando ocasionan crisis políticas con miras a que el sistema salga fortalecido), cuáles eran las demandas de ciertos sectores sociales para asumirlas en tanto y cuantas propuestas de políticas públicas a ser desarrolladas desde el poder político.
Con base a ello, Estados Unidos, ha desarrollado una democracia funcional y directa que le permite ser modelo en cuanto a institucionalidad democrática, pero su modelo no descansa en partidos sino en políticas públicas, el votante estadounidense no vota por partidos, vota por propuestas sobre asuntos determinados que sometidas a debates públicos logran un consenso generalizado e inducen al votante a votar por su consecución, puesto que habrán de ser puestas en prácticas mediantes políticas públicas bien diseñadas y mejor ejecutadas, una vez se asume el poder político.
En el caso dominicano, todavía la política de los partidos presenta el modelo decimonónico estadounidense de siglo XIX. De ahí que el anuncio de que el PLD se apresta en el mes de abril a discutir y aprobar una serie de reglamentos que permitirán catapultar a ese partido hacia modelos de partidos de siglo XXI, constituye una gran noticia para el electorado dominicano, porque siendo como es el partido mayoritario, no cabe duda de que su ejemplo será asumido por los demás partidos, pues todos los demás son partidos bisagra. Además, debe tomarse en cuenta de que los partidos políticos dominicanos no tienen una ley de partidos es decir no tienen una definición clara de cuál es su objeto en el día a día frente a la población. De manera de que si el PLD hace esas definiciones por vía reglamentaria, habrá dado un gran paso.
Es probable, que problemas internos sean los que estén induciendo al partido de la estrella amarilla a abocarse a una definición reglada de sus objetivos, pero no debe olvidarse que temas como la democracia interna en los partidos políticos, son temas que ocuparan en ese y en cualquiera otro partido, su agenda. Este tema hace que de forma obligatoria, sea haga necesario echar una mirada a la Constitución de la República, pues ese contrato social establece, en su artículo 216, que la democracia interna y la transparencia son obligatorias en los partidos políticos, dice: “La organización de partidos, agrupaciones y movimientos políticos es libre, con sujeción a los principios establecidos en esta Constitución. Su conformación y funcionamiento deben sustentarse en el respeto a la democracia interna y a la transparencia, de conformidad con la ley. Sus fines esenciales son: 1) Garantizar la participación de ciudadanos y ciudadanas en los procesos políticos que contribuyan al fortalecimiento de la democracia; 2) Contribuir, en igualdad de condiciones, a la formación y manifestación de la voluntad ciudadana, respetando el pluralismo político mediante la propuesta de candidaturas a los cargos de elección popular; 3) Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana.”
De donde se infiere, que los partidos políticos están obligados a acatar los lineamientos como sostén de la democracia que les ordena realizar la Constitución. No hacer no es solo un acto de inconstitucionalidad, sino la muerte de los partidos. Por ello, concluimos exhortando al PLD, y en el a los demás partidos, a que tomen consciencia del rol que en el siglo XXI juegan los partidos políticos en una democracia en construcción. DLH-27-3-2017