Quienes han focalizado el escándalo Odebrecht como la oportunidad para empujar al país hacia un clima de desestabilización que les permita pescar en mar revuelto han sufrido una nueva desilusión al ver frustrada la posibilidad de involucrar al presidente Danilo Medina en el caso, insinuando o propagando sin ninguna prueba la versión de que sus campañas habrían sido financiadas por la constructora brasileña a través del experto Joao Santana.
Ni la RD ni Danilo Medina habían sido expresamente mencionados en las investigaciones como receptores de los aportes canalizados a través de Santana y de su esposa y socia, Mónica Moura, pero varias informaciones publicadas sobre afirmaciones del departamento de Operaciones Estructuradas, fueron manejadas para propalar esa idea.
A la propia Mónica Moura se le atribuía haberlo planteado y un obispo católico se amparó en esa falsedad para emitir opiniones desconsideradas contra el mandatario, teniendo ahora que morderse la lengua cuando en su declaración ante el juez federal Sergio Moro, ella ha sustentado de manera categórica que no hubo aportes ni para la campaña de República Dominicana ni para la de Argentina.
Quienes presuman que ella ha querido hacer un ocultamiento, sepan que en la instancia donde está hablando no cabe la mentira, porque su colaboración busca exonerarla de ocho años de cárcel y ese beneficio se anula si ofrecen informaciones falsas. Tampoco es posible que se produzcan divergencias entre sus declaraciones y la de Joao Santana, porque eso implica que alguien miente y tumba el acuerdo.
Desde luego, eso no evitará que los difusores de falsedades sigan diciendo cualquier cosa, pero ya sin peso para provocar lo que pretendían.
Con la otra línea de involucramiento del presidente Medina: Punta Catalina, ya se saben fracasados. Para serles útiles a los intereses de los que quieren detener esa obra para seguir manejando a su antojo la industria eléctrica, empezaron a hablar de soborno y sobrevaluación, e inconveniencias técnicas y medioambientales por tratarse de generadoras a carbón.
A sabiendas de que ese sería el principal objetivo, el presidente se adelantó e integró una comisión a la que intentaron descalificar desde antes de arrancar sus labores a pesar de que la mayoría de sus integrantes tienen un accionar totalmente independiente al Gobierno, pero como la última palabra no puede ser la de los que quieren caos, los designados están llevando a cabo su labor y para rodearla de la mayor certeza han contratado una firma internacional para la evaluación técnica y financiera, a la que también quisieron desmeritar pero ha seguido adelante.
En el Ínterin se produjo el interrogatorio y una rueda de prensa de los técnicos de la empresa estadounidense Stantey Consultants que expusieron con lujo de detalles la forma en la que llevaron a cabo su trabajo para garantizar que la oferta ganadora sea la mejor y las que garantizara una operatividad de esas termoeléctricas durante 40 años, descartando que hubiera soborno ni sobrevaluación.
Otro acontecimiento importante ha sido el de la homologación del acuerdo al que el Ministerio Público con Odebrecht, que ha garantizado al estado dominicano el pago de una indemnización por 184 millones de dólares y el acceso a informaciones que pudieran resultar claves para identificar y perseguir a los beneficiarios del soborno admitido y a quienes lo habrían otorgado, demostrando que todo lo que se dijo para satanizar ese acuerdo era prejuiciado.
La investigación tiene terreno por recorrer, pero hay interés en encaminarla hasta sus consecuencias.