En el mejor estilo de Joao Santana (harto conocido aquí por el manejo del “día a día” de las más recientes campañas electorales del PLD y, según informaciones no desmentidas incontestablemente, por la instrumentación del “quirinazo” que en su momento dejó “fuera de juego” al doctor Leonel Fernández), en las últimas dos semanas parece haber estado operando en el país una “programación estratégica” destinada a sacarle las castañas del fuego al presidente Danilo Medina.
(No sé si gente del gobierno está en comunicación con el señor Santana -lo que no sería extraño, porque él es un prisionero con privilegios de trabajo y visita en Brasil-, ni del status actual de su oficina en el país -que pudiese estar abierta “a puertas cerradas” y con personal de confianza operando, y tampoco sería raro-, pero el parecido del “modus operandi” de las salidas o respuestas que está buscando u ofreciendo el oficialismo al “affaire” Odebrecht con el que caracterizó al accionar que observamos en aquel durante su época de asesor “principal” del actual mandatario, son demasiado evidentes).
La fase inicial de la “programación” en referencia fue un poco macondiana: como por arte de magia, precisamente el día en que estaba pautada una reunión del Comité Político del PLD y una semana después de que un ministro palaciego proclamara que pronto se sabría si la Odebrecht financió o no alguna campaña electoral del presidente Medina (http://eldia.com.do/peralta-dice-esta-semana-se-podria-saber-si-odebrecht-financio-campana-de-danilo-medina/), al país se le “aclara” el asunto desde Brasil por conducto de una reseña de prensa basada en informaciones extraoficiales.
Y, naturalmente, la alta dirección ejecutiva del partido oficialista, alborozada por la “buena nueva” que le cayó del cielo en este día de gracia fijado para su sesión, casi “suelta en banda” la agenda que tenía pautada y, por boca del secretario general, se apresuró a anunciar que está “altamente satisfecha” por la referida publicación… Obviamente, sólo faltaron las copas y la champaña (si no es que estaban ordenadas para un lugar más menos público y más acogedor).
No obstante, la algarabía de la cúpula peledeísta se alimentó de algo que aún hoy no está claro: la bella Mónica Moura, “esposa y socia” del señor Santana, presuntamente prestando declaraciones ante las autoridades judiciales de su país (servidas por un diario en calidad de información oficiosa, no por los canales regulares, dado que el proceso está todavía en etapa secreta), ofreció un “testimonio” que marcha -puntual e indefectiblemente- en dirección a “limpiar” la imagen del presidente Medina respecto al tema del financiamiento ilegal de campañas electorales por parte de la Odebrecht.
Desde luego, que la “fermosa” dama haya hablado sobre el asunto no es noticia (pues ella y su consorte ya lo habían hecho anteriormente), pero que de buenas a primeras se destape disculpando al gobernante de este paraíso del Caribe, sí lo es: ante todo, porque al parecer uno de los pocos lugares en los que operó la red mafiosa de la empresa brasileña en los que no financió campañas electorales fue aquí, lo que significa una de dos cosas, al margen de si sus declaraciones responden o no a la verdad: sus asesorados dominicanos no necesitaban dinero para los trajines comiciales (es decir, estaban “boyantes” económicamente) o la empresa se puso cicatera en el país.
(Lo que tiene que ver con la veracidad o no de lo dicho por la señora Moura es de importancia cardinal, especialmente porque ésta ya tiene el precedente de haber mentido al hablar de la “colaboración” que se le había brindado a Lula y a Dilma, pero hasta ahora no hay prueba concluyente sobre el caso nuestro: sólo un vídeo de origen apócrifo y contenido confuso… En todo caso, hay que confiar en que la verdad, sin importar a quién favorezca o perjudique, salga a la luz en la medida en que el proceso avance… Y que conste: esto se dice sin ofender al señor Corripio ni rechazar sus aplausos chinos al presidente Medina).
No deseo especular en torno a lo referido, pero debo adelantar lo que sigue: si algo se ha comprobado ya es que la Odebrecht no era tiñosa: disponía de todo un “departamento” para sobornos y financiamiento de campañas (en el entendido de que, al ganar sus patrocinados, recuperarían el dinero invertido a través de contratos con una sobrevaluación confesa de 22% ), y lo era en tal dimensión que actualmente están siendo investigados por ello políticos (mayoritariamente “desafectos” con respecto a los Estados Unidos) y empresarios de América del Sur, el Caribe y África.
En lo concerniente al otro asunto, solicito de antemano disculpas por mi escepticismo, pues me resisto a creer que la “ayuda” de la compañía aquí fuera “ a mano pelada” y al solo costo del gobierno y del PLD: es la primera vez que escucho hablar de que alguien que maneja mucho dinero exhiba ese talante de generosidad, y mucho más en campaña electoral, donde por más recursos que se tenga siempre hacen falta debido a que opera una centrífuga financiera en ascenso en la medida en que se acerca el día de las elecciones… Si no fuera así, no existirían los déficits gubernamentales que dejan las candidaturas oficialistas, ni tampoco las financiaciones ilegales.
La segunda fase de la “programación” se produjo prácticamente horas después de la primera: la homologación del acuerdo entre el Estado dominicano y la Odebrecht por parte de un juez al que el rumor público (no el suscrito, se insiste, que no tiene el honor de conocerlo) le atribuye vinculaciones con el partido de gobierno, de inmediato respaldada por las “sesudas” opiniones de una batería de reputados juristas y -esto no podía faltar- por el perifoneo abrumador de las “bocinas” oficialistas en los medios de comunicación.
En lo atinente al acuerdo, y fuera de la discusión sobre su pertinencia legal o ética, por lo menos tres asuntos quedan pendientes: que la empresa brasileña cumpla con la parte del mismo relativa a la revelación de los involucrados en el entramado local de sobornos; que el gobierno se avenga a procesar a estos últimos (gente de todas las tendencias y vecindades en el PLD); y que, en caso de incumplimiento, los incumbentes de la cosa pública tengan un previsión alternativa, pues si no la tienen están corriendo el riesgo de quedar como tontos (para no decir irresponsables o cómplices) ante la nación: la Odebrecht sólo habría usado el convenio para ganar tiempo antes de judicializar definitivamente el proceso.
La tercera fase de la “programación” ha sido una especie de “coronación” de la misma: la decisión del Comité Central del PLD de apoyar al gobierno y, de paso, advertir a los “traidores” (es decir, a los peledeístas que se han sumado a las exigencias ciudadanas de no impunidad), a través de un reglamento interno que tenía muchísimo tiempo en el limbo, de que serán objeto de las sanciones correspondientes… Una distinguida ministra y miembro del CP ya se había encargado a priori de señalar de qué tipo serían los castigos: expulsiones.
En aspecto correlativo, no debe dejar de observarse un hecho crucial para determinar los próximos pasos de la estrategia palaciega: la alta dirección del PLD, a contrapelo de sus manifiestas y troncales discrepancias internas, todavía sigue actuando con espíritu corporativo, pues tirios y troyanos están contestes en que lo importante es preservar el poder y la integridad de la organización, acaso en virtud de que tienen plena conciencia de que cualquier agrietamiento puede dar pie a una debacle que pudiese afectar a todos por igual… Es una unidad forzosa que luce tener más de pacto de silencio que de solidaridad entre compañeros.
La consideración que precede tiene, sin embargo, un “nudo gordiano”: todo indica que con el tema de la Odebrecht no podrá haber impunidad absoluta (demasiados ojos del exterior están sobre nosotros) y, por consiguiente, a la postre habrá que “sacrificar” algunos peones, caballos, afiles o torres… ¿Quiénes serán los conducidos al altar sacrificial? He ahí la cuestión… Justamente esto es lo que parece estar sobre el tapete en estos momentos: como hay una fuerte resistencia de algunos de los candidatos (con amenazas de “hablar” incluidas), el gobierno precisa de ganar tiempo.
Finalmente, hemos de recordar que, pese al habilidoso montaje factual y mediático de la “programación” aludida de cara a dos de los elementos del “problema” Odebrecht (el financiamiento ilegal y el soborno), queda uno en el tintero: el de las sobrevaluaciones de las obras realizadas, un “muerto” que el señor Procurador General de la República se lo acaba de “tirar” a la Cámara de Cuentas… La “táctica” gubernamental sigue siendo “tipo Joao”: por un lado se le da largas al asunto, mientras por el otro se disparan acusaciones de “conspiradores” contra los que insisten en que “eso” hay que investigarlo a fondo.
Por supuesto, los que tienen ahora una “papa caliente” en sus manos son los nuevos integrantes del órgano de control externo de los recursos del Estado: tendrán que demostrar si están en sacar cuentas o en hacer cuentos.
(*) El autor es abogado y profesor universitario
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