Se trata de un buen modelo de coproducción que incrementa el dominio local de los recursos del cine por medio de una historia familiar de buen mensaje, aun cuando adolezca de algunas fallas y se deje marcar por clichés
Ovni, es una valiosa novedad por el camino que inaugura para los géneros del cine local, la excelencia de sus efectos especiales, su dirección de arte y una fotografía de calidad internacional, a lo que agrega un universo sonoro trabajado con esmero.
El director puertorriqueño Raúl Marchand Sánchez (12 horas, Broche de Oro y Atraco a las 3… y media), logra hacer realidad su sueño de muchos años: realizar una película de ficción con tonalidad de humor y ciertamente que logra un producto que se disfruta, aun cuando se mantengan pendientes algunas materias interpretativas.
Una historia sencilla y digerible una selección de talentos que en general resulta adecuada, pero que pudo haber dado muchísimo más interpretativamente, llegan de la mano de este director boricua, para producir una sensación de satisfacción para el público cinéfilo general, que debe acudir masivamente a sus proyecciones desde este jueves 18.
Resalta positivamente: efectos especiales (uno de los mejores que hemos visto desde la pantalla criolla, compitiendo claramente con los de Catrastrópico (Jorge Hazoury, 2016), la fotografía, la edición y la dirección de arte que se logra, a pesar de lo reto tan complejo que representa para una producción, la representación de lo extra-terrestre.
El empeño por producir Ovni es altamente redituable para una industria dominicana que necesita de nuevas experiencias y novedades en su modalidad de producción, al tiempo de hacernos descubrir la belleza ignorada de nuestros bosques de montaña, presentados aquí, a partir de la sección Buen Vista (Jarabacoa) y locaciones seleccionadas de Constanza, presentadas como pocas veces, con excepción de las hermosas panorámicas que captó la dirección de Félix Germán (La Maldición del Padre Cardona, (2005), cuando no había Ley Nacional de Cine.
Las actuaciones
Tony Pascual, que lleva el peso fundamental (junto a Yaritza Reyes y Cristian Álvarez), aporta cuanto puede, se integra con la mejor intención, pero sentimos que adolece de la profundidad actoral que pudo haber dado, circulando en los modismos de la interpretación televisiva.
Cristian Álvarez adopta los clichés de otras producciones internacionales en las que seres de otro mundo, adoptan formas humanas. Con todo, la evaluación final de sus aportes no es desdeñable. Tiene su valor y en esa medida será reconocido por la gran masa. Desde las orillas de la crítica de cine es probable que se les enrostre la ausencia de conexión entre personaje y acciones histriónicas, en un señalamiento que puede tener la boca llena de razones.
Hay actuaciones que merecen ser destacadas: la niña Cecile Van Wellie, como autista, es lo mejor que ofrece Ovni, por la autenticidad con que se proyecta.
Yaritza Reyes es uno de los grandes tesoros interpretativos, aun cuando apunta algunos modismos que retrotraen a la villana (Kristanna Loken, la T-X de Terminator III), pero sin duda alguna que hace crecer el filme.
Irina Pérez y Pericles Mejía, desde sus roles secundarios, hacen lo que está marcado en el guión, y lo logran con entereza.
Fausto Rojas y Brian Payano, como la pareja de astrónomos de ASTRODOM, siguen la ruta de una actuación divertida y digna, pero pudo haber sido mucho más chispeantes con el potencial de los personajes de humor de circunstancias que se puso bajo sus hombros. No están mal. Pudieron ser mejores.
Carasaf Sánchez es otro buen aporte actoral con una gracia bastante amigable que debe transformarse en uno de los papeles adorados por la gente cuando salga de la sala.
Luis del Valle, en tanto comandante de la unidad élite de la Fuerza Aérea, también se entrega a lo que demanda el esquema, jugando con gracia la interacción con los otros personajes.