No conozco las razones por las cuales Jean Alain Rodríguez fue designado por el presidente Danilo Medina como Procurador de la República, jefe del Ministerio Público, sin tener conocimiento y experiencia en el área penal.
Muchas conjeturas y especulaciones se escuchan en los corrillos del Palacio de Justicia, tanto de Ciudad Nueva, como del Centro de los Héroes. Lo cierto es que el joven abogado, dueño de una fortuna sorprendente, no parece la persona idónea para tan importante función.
No tiene el perfil. Los hechos le han dado la razón a quienes aseguraron que “no daría pie con bola”, que su gestión, por desconocimiento e inexperiencia, sería un fracaso.
¿No sería la juventud, el desconocimiento y la inexperiencia, junto a los vínculos políticos, las razones de su designación?
El joven Procurador parece estar más perdido que “el hijo de Lindbergh” en el manejo de los casos de corrupción puestos en sus manos. Luce desorientado, incapaz, temeroso, atado y sin fuerzas para actuar contra los depredadores de los recursos públicos. Es una marioneta manejada por los hilos poderosos del Palacio Nacional y del Partido de la Liberación del cual es miembro de su Comité Central.
Durante sus 23 años de oposición el PLD luchó por un Ministerio Público independiente, que no estuviera atado al poder Ejecutivo. Pero tan pronto llegó al poder en 1996, se opuso, como en muchos otros casos, como la corrupción que combatió ardientemente y hoy es el parido más corrupto que ha tenido el país en toda su historia.
(Una cosa es con guitarra y otra con violín. La tesis del Comité Político enarbolada por alguno de sus miembros públicamente, es que el éxito no se cuestiona, que la moral no interviene en la política, sino los hechos)
El Procurador es preso de su temor. Sabe quiénes aceptaron sobornos por más de 92 millones de dólares de la empresa Odebrecht.
Lo sabe hace mucho tiempo. Pero teme enjuiciarlos porque se trata de compañeros de partido, sus jefes políticos, a los que les debe lealtad y gratitud, como le recordó Félix Bautista a Francisco Domínguez Brito en plena audiencia ante el juez que luego fue elevado a la Suprema Corte de Justicia.
Jean Alain Rodríguez es del Comité Central del PLD, hizo campaña proselitista a favor de Danilo Medina, quien lo designa Procurador. Esos hechos lo invalidan para conocer cualquier proceso contra dirigentes o miembros de esa organización política.
En cualquier otro país del mundo el presidente no lo habría designado, como tampoco Mariano Germán debió ser nombrado presidente de la Suprema Corte de Justicia dada su condición de abogado y socio del ex presidente Leonel Fernández. (Las designaciones en las Altas Cortes, salvo uno que otro caso, constituyeron una verdadera inmoralidad)
Si el Procurador se respetara, si tuviera dos dedos de frente, si le temiera a la historia, no habría aceptado el cargo, o por lo menos habría tomado una vacaciones hasta tanto termine “el debido proceso” de los imputados por los sobornos de Odebrecht.
El Movimiento Verde, Participación Ciudadana y otras organizaciones de la sociedad civil, junto a los partidos de oposición, (¿?) han debido iniciar jornadas de lucha exigiendo la renuncia o cancelación del Procurador de la República -¡que se vaya ya!- dado sus vínculos políticos-partidarios con los presuntos sobornados.
No es la digna magistrada Mirian Germán lo que debió inhibirse del proceso, es Jean Alan Rodríguez.